Salmos 37:39-40

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“La salvación de los justos viene del SEÑOR;
ÉL es su fortaleza en tiempos de angustia.
El SEÑOR los ayuda y los libra;
los libra de los malvados y los salva,
porque en ÉL ponen su confianza.”

EL PRINCIPIO pretende ser un instrumento de ayuda y fortalecimiento personal y familiar, sustentado en el Señor nuestro Dios, creador de todas las cosas, mediante una relación sincera e íntima con ÉL.

Nunca ocuparemos este espacio en otra cosa que no sea para glorificar el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Jesucristo nos lleva a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y ese amor conlleva ser compasivos y misericordiosos CON TODOS, SIN EXCEPCIÓN. Repito, CON TODOS.

Como seguidores de Jesucristo no podemos apartarnos de lo que sucede alrededor nuestro.

Como seguidores de Jesucristo no podemos encerrarnos en cuatro paredes e ignorar lo que sucede afuera.

Como seguidores de Jesucristo no podemos ser indiferentes al dolor y angustia que otros están viviendo.

Como seguidores de Jesucristo no podemos cerrar nuestros ojos a la realidad que hoy en día está viviendo nuestra colonia, nuestra ciudad, nuestro país.

Nadie que forme parte de una sociedad puede decirse ajeno a las circunstancias que imperan alrededor de la misma, porque de una u otra manera siempre nos afectan, ya sea directa o indirectamente.

Pero también debemos ser sabios y analizar si nuestro involucramiento en las circunstancias contribuirá a la solución del problema, porque regularmente resulta lo contrario.

El día de hoy quisiera que en nuestras oraciones incluyéramos a todas y cada una de las familias de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa que no han aparecido y que posiblemente ya no estén con vida. Que dentro de nuestras oraciones a Papá Dios por todos los problemas y pruebas que traemos en nuestra vida, incluyamos oraciones para estas familias. Que Dios nuestro Señor llene de fortaleza a todas ellas.

Su servidor tiene hijos y con sinceridad y respeto les comento que mi mente no puede llevar a imaginarme qué es lo que están viviendo los padres de estos jóvenes, y realmente no quiero ni llegar a imaginarlo.

No debe importarnos las razones de su involucramiento, no debe importarnos sus tendencias políticas o sociales que los motivaron a estar ahí, no debe importarnos si eran legítimas sus razones o no.

Lo que si nos debe importar es que Jesucristo nos lleva a la compasión y misericordia con los que sufren.

Posiblemente no esté en nosotros la solución a la pena o tragedia que están viviendo estas familias, no. Pero lo que si está a nuestro alcance es orar y clamar Al que todo lo puede, al Dios de los ejércitos, para que Su fortaleza y Su amor recaiga en cada una de estas familias. Ya Dios se encargará de pedir cuentas a los responsables.

Oremos y clamemos hoy por ellos, es nuestro deber como creyentes.

Dios les guarde todos los días de su vida.

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