“¡Vengan, cantemos al SEÑOR!
Aclamemos con alegría a la Roca de nuestra salvación.
Acerquémonos a él con acción de gracias.
Cantémosle salmos de alabanza, porque el SEÑOR es Dios grande, un gran Rey sobre todos los dioses.
En sus manos sostiene las profundidades de la tierra y las montañas más imponentes.
El mar le pertenece, pues él lo creó;
sus manos también formaron la tierra firme.
Vengan, adoremos e inclinémonos.
Arrodillémonos delante del SEÑOR, nuestro creador, porque él es nuestro Dios.
Somos el pueblo que él vigila, el rebaño a su cuidado.
¡Si tan sólo escucharan hoy su voz!”
Hoy es el día de ir a la casa de Dios y cada vez que vayamos a su presencia debemos ir con acción de gracias. Dios debe ser alabado sin más ni más, no hay pretexto ni se requiere circunstancia propicia para hacerlo, solo hace falta un corazón dispuesto y humilde.
El Señor Jesús es el Hijo de Dios. ÉL es grande, ÉL es bendito por siempre. A ÉL se ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. ÉL es nuestro Dios y debemos alabarlo. ÉL es nuestro Salvador y autor de nuestra bendición. La iglesia es su rebaño. Cristo es el buen y único pastor de las ovejas; ÉL las busca cuando están perdidas y las trae a su redil.
Cristo convoca hoy a su pueblo. Vayamos con gozo a alabar a nuestro Maestro, a nuestro Señor y Salvador, a nuestro Rey.
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