“No a nosotros, oh SEÑOR, no a nosotros sino a tu nombre le corresponde toda la gloria, por tu amor inagotable y tu fidelidad.”
Es un versículo muy corto, pero cuanta verdad hay en él. ¿Cuántas veces hemos escuchado a personas que se dan el crédito ellas mismas por algún logro? ¿Cuántas veces nosotros nos hemos dado el crédito y nos exaltamos por algún logro?
Dios nos ha dotado a todos de diferentes capacidades y talentos que utilizamos para nuestro diario vivir; lo triste es que nos creemos tanto «lo buenos que somos» en determinadas cosas que se nos olvida que hay alguien que SI es Todopoderoso y sobrenatural al que le plació darnos dichas capacidades y dones.
“Dios trabaja de maneras diferentes, pero es el mismo Dios quien hace la obra en todos nosotros. A cada uno de nosotros se nos da un don espiritual para que nos ayudemos mutuamente.” (1 Corintios 12:6-7 NTV)
La gracia y el poder que vienen de Dios son las que nos permiten ser efectivos y excelentes en lo que hacemos.
“Esteban, un hombre lleno de la gracia y del poder de Dios, hacía señales y milagros asombrosos entre la gente.” (Hechos 6:8 NTV)
Hace mucho tiempo fui a una reunión de sanidad y milagros donde realmente Dios hizo cosas maravillosas en la vida de las personas (de hecho, yo misma soy un milagro de Dios por Su regalo de sanidad en mi salud).
Lo triste y que me llamó la atención de esa reunión es que las personas que estaban ahí presentes, proclamaban y admiraban al predicador; inclusive, las personas que le ayudaban hacían a este hombre inalcanzable, como si los milagros de sanidad fueran hechos por él.
Todos sabemos que Dios es el autor de tales prodigios y es a ÉL precisamente a quien le place hacer el milagro en base a la fe de las personas, no tanto por las personas que ÉL usa como instrumento.
“Mientras estaban en Listra, Pablo y Bernabé se toparon con un hombre lisiado de los pies. Como había nacido así, jamás había caminado. Estaba sentado, escuchando mientras Pablo predicaba. Pablo lo miró fijamente y se dio cuenta de que el hombre tenía fe para ser sanado. Así que Pablo lo llamó con voz alta: «¡Levántate!». Y el hombre se puso de pie de un salto y comenzó a caminar. Cuando la multitud vio lo que Pablo había hecho, gritó en su dialecto local: «¡Estos hombres son dioses en forma humana!». «Amigos, ¿por qué hacen esto? ¡Nosotros somos simples seres humanos, tal como ustedes! Hemos venido a traerles la Buena Noticia de que deben apartarse de estas cosas inútiles y volverse al Dios viviente, quien hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.” (Hechos 14:8-15 NTV)
Así como lo hicieron Pablo y Bernabé, debemos darle honor a quien honor merece y eso es a nuestro Señor Jesucristo. Por Dios estamos aquí, ÉL cada mañana nos permite despertar, ÉL nos ha dado dones y capacidades por su gran amor para bendición de nosotros y de los que nos rodean.
Busquemos cada día, darle la honra y gloria a Dios, reconozcamos que no es por nuestras propias fuerzas, demos gracias a ÉL por todo, a todos nos dio virtudes, no permitamos que el enemigo alimente nuestra vanidad cuando nos dicen lo «extraordinarios que somos» como instrumentos de Dios. Por el contrario, cuando somos humildes, Dios nos exalta.
“Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor.” (1 Pedro 5:6 NTV)
“Los humildes verán a su Dios en acción y se pondrán contentos; que todos los que buscan la ayuda de Dios reciban ánimo.” (Salmos 69:32 NTV)
Exaltemos al Único que merece ser exaltado, demos todo honor y toda gloria a Jesucristo, porque ÉL es nuestra capacidad, porque ÉL es nuestra confianza, porque sin ÉL nada podemos hacer.
Dios les bendiga grandemente.
Erika
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