Generosidad igual a prosperidad

>

Isaías 32:1-8 (RVA)

“¡Miren! ¡Se acerca un rey justo!, y príncipes honrados gobernarán bajo su mando. Cada uno será como refugio del viento y resguardo de la tormenta; como corrientes de agua en el desierto y sombra de una gran roca en tierra reseca. Entonces todo el que tenga ojos podrá ver la verdad, y todo el que tenga oídos podrá oírla. Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento; y los que tartamudean hablarán con claridad. En aquel día, los necios que viven sin Dios no serán héroes; los canallas no serán respetados. Pues los necios hablan necedades y hacen planes malvados; practican la impiedad y difunden enseñanzas falsas acerca del SEÑOR; privan de alimento a los hambrientos y no dan agua a los sedientos. Las sutiles artimañas de los canallas son maliciosas; traman planes torcidos. Mienten para condenar a los pobres, aun cuando la causa de los pobres es justa. Pero los generosos proponen hacer lo que es generoso y se mantienen firmes en su generosidad.” 

En los versículos de la Palabra de hoy vemos la descripción de un reino floreciente y de la suerte que correrán aquellos que difunden enseñanzas falsas acerca de Dios, pero particularmente me llama mucho la atención el versículo  que dice «…Pero los generosos proponen hacer lo que es generoso y se mantienen firmes en su generosidad.”

Hagamos una simple reflexión: Cristo vino a darnos salvación y por ello resucitó, ÉL venció a la muerte; por lo tanto, debemos hacer de cada día una oportunidad para avanzar en todas las áreas de nuestra vida, nunca  aceptemos menos que eso.

En ocasiones escuchamos a personas que, diciéndose “cristianas”, se preocupan más por criticar la prosperidad de otros, que trabajar por su propia prosperidad, cuando lo que Dios quiere es que seamos PRÓSPEROS EN TODAS LAS ÁREAS DE NUESTRA VIDA. Todo lo que Dios nos ha dado, empezando por nuestra familia (cónyuge, hijos, padres, etc.), es para que los bendigamos y prosperemos en gran manera; por ello no hemos sido creados para perder, para fracasar o para amargar a otros.

Cuidémonos mucho de doctrinas que justifican la ruina, la amargura y la tristeza; pero también cuidémonos de no caer presos del falso evangelio de prosperidad que desafortunadamente existe hoy en día, donde nos dicen que Dios nos prosperará de acuerdo al tamaño ($$$$) de nuestra ofrenda, lo cual es una gran falsedad.  Cuidado con ello.

Yo estoy convencido que la prosperidad es un atributo de Dios para con sus hijos, y no solamente en el aspecto económico, sino en todos los aspectos de nuestra vida.  La verdadera prosperidad viene de Dios, de eso no tengo la menor duda, pero tal prosperidad demanda que seamos necesariamente esforzados, valientes y sobre todo GENEROSOS.

¿Qué es lo que Dios usa para exaltarnos? ¿Las buenas intenciones? ¿Nuestro talento y capacidad?

Estoy convencido y he vivido en carne propia que Dios usa nuestra generosidad para exaltarnos.  Lo anterior significa que, aún cuando tengamos muy buenas intenciones o vengamos de muy buena familia o seamos una buena persona y no le hagamos mal a nadie, no será por ello que Dios nos exaltará y prosperará.

La Palabra dice que nos exaltará si somos generosos.  Existe mucha gente seguidora de Jesucristo (cristiana) desde hace muchos años, y por ningún lado se les ve prosperar de ninguna forma, y uno se podría preguntar ¿Por qué? ¡Por avaros o egoístas! Aquel que es egoísta con Dios, egoísta con su cónyuge, egoísta con sus hijos, egoísta con el desamparado, nunca espere a ser exaltado por Dios.

En ocasiones algunos cristianos pensamos que ser pobre es de Dios, y de ninguna manera es así, porque somos hijos de Dios.  Posiblemente pensamos de esa forma por nuestra ignorancia de la Palabra, por la forma como fuimos criados o por todas las costumbres de nuestro pasado. Hagamos un alto en nuestra vida, reconozcamos nuestro egoísmo y arrepintámonos.  Nunca olvidemos que somos hijos de un Dios generoso y para exaltarnos ÉL precisamente usará NUESTRA GENEROSIDAD.

“Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen indebidamente, sólo para acabar en escasez.” (Proverbios 11:24 RVA)

Ser generoso es compartir con otros las bendiciones que Dios nos ha dado, de acuerdo a Su voluntad, sin derrochar nada ni gastar en cosas vanas, porque Dios no puede exaltar al mal administrador, ni al desordenado. Dios va a exaltar al que lo manifieste a ÉL con sus actos de generosidad y obediencia a ÉL.

“¿Andarán dos juntos, a menos que se pongan de acuerdo?” (Amos 3.3 RVA).

Esta Palabra advierte que dos que no estén de acuerdo nunca podrán andar juntos; esto se refiere a Dios y nosotros, es decir, no podemos decir que estamos caminando con Dios y no estar de acuerdo con lo que nos ordena. Para poder ser personas honorables y dignos embajadores del Señor, tenemos que estar de acuerdo con lo que ÉL dice y obedecerle en todo, al punto que cuando la gente nos vea sepa que somos embajadores de Cristo, que somos seguidores dignos de ÉL, fieles testimonios de Su prosperidad pero sobre todo de Su generosidad.

Ser generoso es ver por nuestra esposa e hijos(as) y subsecuentemente poder ayudar al desamparado, en ese orden.  Es importante que tengamos claras nuestras responsabilidades y prioridades.   Ser generosos no es darle a todo el mundo conforme a sus caprichos, claro que no.

No busquemos el falso evangelio de la prosperidad que mencioné antes, porque ese evangelio solo busca satisfacer los intereses personales de la carne.  Por el contrario, busquemos el verdadero evangelio de Cristo, ese evangelio que busca la transformación real de nuestra vida, para que nuestra forma de pensar, de hablar y de actuar en la vida, sea contundente en el nombre de Jesús y que, con esa contundencia, vayamos creciendo en la fe.

¿Cómo saber cuando estamos siendo exaltados por Dios nuestro Señor?  Cuando Dios nos concede momentos, lugares, situaciones y un estilo de vida que hace que nos destaquemos y seamos relevantes, evidentes para mostrar la clase de Dios que tenemos.

Entendamos esto, ser generoso es distribuir las bendiciones de Dios en nuestra vida a la manera de Dios; entonces sí seremos generosos delante de Dios  y por tanto ÉL nos permitirá vivir bien, nos permitirá tener a nuestra esposa e hijos en bendición y nos permitirá poder dar a quien más lo necesita.

Yo estoy convencido que las bendiciones de Dios solamente persiguen al generoso, porque éste solamente piensa en dar y compartir de tales bendiciones; en otras palabras, el generoso siempre esta  pensando en el bien de su familia y de todas las personas a su alrededor.

Hay quienes no dan porque no tienen; quizás no tienen precisamente porque no dan. Posiblemente ese sea el secreto para nuestra abundancia integral. ¿No lo creen?

Dios les bendiga abundantemente.

Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.