El terreno, nuestro corazón (2da Parte)

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Mateo 13:1-9 (BDLA)
“Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del mar. Y se congregaron junto a El grandes multitudes, por lo que subió a una barca y se sentó; y toda la multitud estaba de pie en la playa. Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena y dio fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta. El que tiene oídos, que oiga.”

Continúa…

El terreno junto al CAMINO. Había senderos por entre los campos, y la semilla que caía allí no penetraba en la tierra y, por consiguiente, venían los pájaros y se la llevaban. Qué clase de oyentes son comparados al terreno de junto al camino? Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. No le prestan atención y no lo reciben, sino que la semilla resbala sobre la mente de ellos, como dice el refrán “por un oído les entra y les sale por el otro”; han venido por curiosidad, por rutina o por acompañar a otros, no con el propósito de sacar provecho; así que, al no atender, no les hace ninguna impresión la Palabra sembrada.

Otra parte cayó en terreno PEDREGOSO; y aquí están representados los oyentes que reciben buenas impresiones de la Palabra, pero estas impresiones son de corta duración, la recibieron al momento, la semilla brotó pronto; surgió a la superficie antes que la que fue sembrada en buen terreno.

Aquí encuadran los hipócritas, los propensos a las grandes emociones, los que con mucha frecuencia exageran su cristianismo y sus demostraciones de profesión cristiana, y parecen tan fervorosos que cuesta trabajo contenerlos. Han recibido la semilla pronto, pero sin profundizar en su significado para una vida cristiana consecuente. Es como si comieran la Palabra pero sin masticar. Religiosamente exagerados.

Ahora toca al terreno ESPINOSO. Este terreno aventajó al primero, pues recibió la semilla; también aventajó al segundo, puesto que echó raíces hondas; pero, a fin de cuentas, tampoco dio fruto, debido a los estorbos que encontró en su crecimiento; las piedras no dejaron que la raíz prosperara; los espinos impidieron que prosperara el fruto. ¿Cuáles son estos espinos que ahogan y sofocan la Palabra?

Los afanes de este siglo, es decir, las preocupaciones mundanas. Con gran propiedad comparó el Señor los afanes de este mundo con los espinos, puesto que punzan, arañan y lastiman con sus puntiagudos desengaños. Estos espinos ahogan la Palabra de Dios, pues las preocupaciones mundanas son un gran estorbo para el aprovechamiento de la Palabra de Dios y el consiguiente crecimiento espiritual.

El engaño de las riquezas sueles ser otro tipo de espino. Quienes, mediante su habilidad y laboriosidad han amasado una fortuna, están expuestos a un doble peligro: primero, pensar que el acumular riquezas no encierra ningún riesgo; segundo, pensar que las riquezas pueden procurarle a una persona todo lo que necesite y todo lo que apetezca. No les echemos la culpa a las cosas, sino a nuestra dañada intención de atesorarlas. Porque uno puede ser rico y no dejarse engañar por la riqueza.

El terreno BUENO: Una parte cayó en tierra buena, y dio fruto. No es mera coincidencia, sino lógico resultado y de gran consolación, que la buena semilla dé fruto cuando se encuentra con buen terreno, y no se pierde nada: éste es el que oye y entiende la Palabra, y da fruto. ¡Lástima que esta sea una cuarta clase de terreno, pero no una cuarta parte de los que oyen el mensaje de salvación!

Ahora bien, lo que distingue a este último de los tres anteriores es en una sola palabra, FRUTO. No dice el Señor que este terreno no tuviera piedras o espinos, sino que no había nada que fuese un estorbo para impedir el crecimiento o el fruto. El cristiano espiritual no es el que está perfectamente libre de los obstáculos y tentaciones que el mundo presenta, sino el que, al asirse fuertemente de la gracia de Dios y del poder del Espíritu Santo, prevalece contra todo, haciéndose fuerte en medio de la natural debilidad.

Seamos oyentes atentos para entender la Palabra; no sólo entendamos el sentido del mensaje, sino que debemos interesarnos en él.

Seamos oyentes fructíferos, demos fruto, lo cual es una evidencia de nuestro buen entendimiento y de nuestras firmes convicciones. Nosotros damos fruto cuando ponemos en práctica la Palabra, y obramos conforme a lo que se nos ha enseñado.

Dios les bendiga grandemente.

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