El divino oficio.

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Lucas 10:1-2 (NTV)
“Después el Señor escogió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos delante de él a todas las ciudades y los lugares que tenía pensado visitar. Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos…”

Un pasaje con una enseñanza poderosa para quienes queremos servir a Dios nuestro Señor. Jesús no estaba rogando por obreros sino que dijo que orarán para que vinieran más obreros; esencialmente los envió para que formaran más obreros porque la cosecha era mucha.

Hoy en día la cosecha sigue siendo mucha. En medio del tráfico echa un vistazo a tu alrededor y verás cientos de personas habidas de Dios. Hay muchas personas necesitadas de Dios, hay muchas personas que no conocen de Dios y la única manera de alcanzarlas es preparando personas que le sirvan genuinamente a Dios nuestro Señor. El servir a Dios no implica ser emocionales, no. No fuimos llamados por Jesús para sentir emociones extrañas o místicas estando en la obra de Dios.

Hay gente emocional que le sirve a Dios y que desafortunadamente quiere ganar almas a través de tocar las emociones de las personas y de ahí no pasan, porque el conocimiento de la Verdad, Jesucristo, no implica sentirse bien o mal, no implica sentirse triste o alegre, no implica hacer lo que se ve bien frente a los demás, ni tampoco implica ser más populares ante los demás. Conocer la Verdad, Jesucristo, implica hacer lo correcto, implica hacer lo que ÉL nos ha mandado a hacer.

Hay personas que hablan bonito y que se la pasan orando todo el tiempo, pero no hacen nada para Dios, no actúan, no accionan. En este pasaje Jesucristo nos llama a hacer obreros porque la mies es mucha, porque la cosecha es mucha. No olvidemos que la encomienda viene de nuestro Señor Jesucristo, no de cualquier persona.

Hay gente que cumple funciones de líder en la iglesia pero no ha traído fruto a la obra de Dios. ¿Por qué? Porque no están haciendo obreros, no están haciendo discípulos, tal y como Jesús instruyó. Lo que están haciendo son seguidores de ellos que repitan para todo “amén”, que no cuestionen, que no piensen, que no se esfuercen por alcanzar la excelencia para Dios nuestro Señor.

Son personas que están trabajando en sus fuerzas y no en las de Dios; es por ello que hay tanto líder que se siente cansado, cargado y frustrado para seguir en la obra de Cristo, amargándose la vida haciendo cosas inútiles para Dios porque no han asumido la función que el Señor les delegó, sino que cumplen funciones que el hombre les ha delegado en base a sus visiones personales.

Solo cuando cumplimos la obra de Dios en base a las instrucciones de Jesucristo Su Hijo, dejamos de sentir esa carga; el diablo se goza de la gente a la que le gusta todo lo fácil; el diablo se goza de la gente que no es capaz de ir más allá de lo que le piden; el diablo se goza de la gente que trabaja de manera mediocre y negligente.

Jesucristo durante todo su ministerio nos enseñó cómo hacer discípulos, para que a su vez nosotros enseñemos a quienes vienen detrás y entonces los obreros nos multipliquemos en Cristo Jesús, no en nuestras visiones personales.

“Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya tenemos, que es Jesucristo. El que edifique sobre este fundamento podrá usar una variedad de materiales: oro, plata, joyas, madera, heno u hojarasca; pero el día del juicio, el fuego revelará la clase de obra que cada constructor ha hecho. El fuego mostrará si la obra de alguien tiene algún valor. Si la obra permanece, ese constructor recibirá una recompensa, pero si la obra se consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. El constructor se salvará, pero como quien apenas se escapa atravesando un muro de llamas.” (1 Corintios 3:11-15)

Dios dice que va a probar nuestra obra y si nuestra obra no tiene ningún valor, porque su fundamento fueron visiones humanas y no Jesucristo, entonces sufriremos pérdidas. Dios no quiere iglesias ricas en número y pobres en espíritu. Dios quiere obreros comprometidos con ÉL, no quiere obreros que busquen agradar la vanagloria de sus líderes. Dios quiere líderes que sirvan con humildad en Su obra, y que no se antepongan títulos que solo traen soberbia y religiosidad a sus vidas, convirtiéndose en ídolos de sus “serviles seguidores”.

Hoy en día todos somos llamados a servir a Dios desde diferentes escenarios y posiciones; eso no fue exclusivo para los discípulos y quienes vivieron en los tiempos de Jesús. Todos somos llamados a ser obreros, ejerzamos entonces nuestro divino oficio.

Dios les bendiga grandemente.

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