Jueces 4.4-8 (NTV)
“Débora, la esposa de Lapidot, era una profetisa que en ese tiempo juzgaba a Israel. Solía sentarse bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la zona montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para que los juzgara. Un día Débora mandó a buscar a Barac, hijo de Abinoam, quien vivía en Cedes, en el territorio de Neftalí y le dijo:
—El SEÑOR, Dios de Israel, te ordena: reúne en el monte Tabor a diez mil guerreros de las tribus de Neftalí y de Zabulón. Y yo haré que Sísara, el comandante del ejército de Jabín, vaya al río Cisón junto con sus carros de combate y sus guerreros. Allí te daré la victoria sobre él.
Barac le dijo:
—Yo iré, pero sólo si tú vienes conmigo.”
Nos dice la Palabra que Dios levantó Jueces después de la muerte de Josué, ya que el pueblo de Israel se corrompió. El Señor libraba a los jueces de todo mal, ya que ellos intercedían por el pueblo. Débora fue una de tales jueces.
Débora era una mujer que tenía comunión íntima con Dios, pues era profetisa. Ella estaba dedicada totalmente al servicio de Israel. Era juez de Israel y en ese sentido ella juzgaba, no como una autoridad, sino como profetisa, es decir, como transmisora de los mensajes de Dios al pueblo de Israel. La Palabra nos dice que ella se sentaba debajo de una palmera, por ello se le llamó la “palmera de Débora”.
Débora sabía que por ser mujer no era la persona adecuada para ponerse al frente de un ejército, fue entonces que llamó a Barac para llevar tal encomienda por instrucciones de Dios nuestro Señor, pero lo sobresaliente de ello fue la respuesta de Barac: “…pero solo si tu vienes conmigo”.
Wow, imagino el carácter de amor, poder, sumisión y dominio propio de Débora. Una mujer que humanamente no podía estar al frente de un ejercito, pero que espiritualmente sí porque la hacía poderosa su fuerte fe en Dios.
No dejemos de lado que Débora era una mujer que estaba sujeta a su esposo; pero ella también tenía una fuerte comunión con Dios, lo que la hacía tener una firme convicción de que el Señor en Su encomienda había de obrar y darles la victoria.
Jueces 4:14
“Entonces Débora le dijo a Barac: «¡Prepárate! Hoy es el día en que el SEÑOR te dará la victoria sobre Sísara, porque el SEÑOR marcha delante de ti».”
Yo les preguntaría: ¿Ya tenían la victoria?. No. ¿Ella y Barac veían al Señor marchar delante de ellos? Tampoco.
“Entonces Jesús le dijo:
—Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme.” (Juan 20:29 NTV)
Levantémonos mujeres!!! Efectivamente, la Palabra nos lleva a ser tratadas cual vaso más frágil y el mundo nos ve como el “sexo débil”, pero nuestro Señor Jesucristo nos ha llamado a interceder poderosamente por nuestra familia, el Señor nos ha dado la capacidad de levantarnos delante cualquier enemigo y hacerle frente, siempre con la confianza y convicción de que nuestro Dios estará con nosotras para darnos la victoria.
“Entonces Ester envió la siguiente respuesta a Mardoqueo: «Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo haremos lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré». Así que Mardoqueo se puso en marcha e hizo todo tal como Ester le había ordenado.” (Ester 4:15-17 NTV)
Otro gran ejemplo de otra poderosa intercesora es la reina Ester, quien al enterarse que su pueblo iba a perecer, después de haber orado y ayunado, el Señor le dio la sabiduría para hablar y actuar, derramando sobre ella de Su gracia para que el rey le concediera la petición de su corazón.
Si bien nos dice la Palabra que estemos quietos, que nuestro hermoso Dios peleará por nosotros, hay ocasiones que nos es necesario actuar, pero para obtener la victoria sobre cualquier situación debemos pedir la sabiduría de Dios, debemos pedir al Espíritu Santo nos aconseje qué debemos decir y hacer, tal y como lo hizo con Débora y la reina Ester, pues sin duda ambas tenían una gran responsabilidad para con los suyos.
NO BAJEMOS LA GUARDIA, NO NOS DISTRAIGAMOS!!! Pidamos consejo y sabiduría a nuestro Dios, pidamos que haga de nosotras mujeres esforzadas y valientes, pidamos que nos moldee de tal forma que seamos como Débora y Ester.
Provoquemos que nuestro hogar se llene de la presencia de Dios, por medio de nuestras oraciones. Pidamos al Señor nos de espíritu para discernir todo ataque del enemigo.
Seamos mujeres de intercesión. Seamos mujeres poderosas en FE.
Seamos esas sabias reinas para poder edificar nuestro hogar, pero también seamos tremendas guerreras para pelear en fe con la poderosa arma que Dios nos ha dado: la oración a ÉL.
Dios les bendiga grandemente.
Erika
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