¡El verdadero poder! (primera parte)

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2 Pedro 1: 3-8 (RV60)
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”

Si hay una exhortación poderosa en mi vida y que he aprendido en mis años como seguidor de Cristo, es lo que nos muestra la Palabra de hoy.

Dios es poderoso y ÉL siempre está dispuesto a llevarnos de victoria en victoria a lo largo de nuestra vida y en todos los aspectos que la rodean, y para ello nos EXIGE UNA DEPENDENCIA TOTAL HACIA ÉL. Sin embargo, la Palabra de hoy es sumamente poderosa y espero pueda lograrme dar a entender.

Primeramente nos habla del poder divino y sobrenatural que hay en nosotros por el conocimiento que día con día buscamos en Jesucristo, viniendo a nuestras vidas preciosas y grandísimas promesas en Cristo. Pero lo que realmente me llama en sobre manera la atención de esta Palabra es la parte primera del versículo 5 donde nos dice:

“…vosotros también, PONIENDO toda diligencia por esto mismo, AÑADID a vuestra fe virtud,…”

La Palabra de Dios esta ahí al alcance de nuestras manos. Podemos tomarla y hacer de ella nuestra forma de vida, haciendo nuestras todas y cada una de las miles de promesas de Dios a sus hijos, sujetándonos –claro está– a la poderosa potestad del que todo lo puede, sin dudas ni medias tintas. Todo o nada. Así es nuestro Dios.

Pero particularmente en este versículo Dios nos PIDE A NOSOTROS que hagamos algo además de tener FE.

El conocimiento de Dios incrementa en nosotros la gracia y la paz que de ÉL hemos recibido. En eso no hay duda, pero de acuerdo a la Palabra de hoy todo acontece de esta manera: primero que todo hay ciertas cosas que se hacen para nosotros; pero luego, nosotros mismos debemos hacer otras.

Pero, vayamos en orden.

Dice esta Palabra “…por Su divino poder…”. Lo que a nosotros nos interesa es que dichos atributos, el poder y la divinidad de ese poder, se atribuyen a Jesús, el Señor nuestro. Es el poder divino de nuestro Salvador el que nos ha otorgado como un don todas las cosas que relacionadas a la vida y a la piedad, esto es, para la vida espiritual y para la piedad cristiana, aunque también podría ser para una vida piadosa.

Cuando se nos dice esto, podemos entender que la fe nos da la fuerza para poder experimentar todo lo que Dios tiene para nosotros. No es cuestión de fuerza interior, sino que viene de una fuerza exterior, la fe es el instrumento, el medio. Por gracia somos salvos por medio de la fe, tomamos la gracia por la fe.

La fe es lo que mueve la poderosa mano de Dios a nuestro favor. Por la fe alcanzamos las promesas de Dios, la simple acción de creer hace que la fuerza de Dios fluya para la sanidad de la gente.

Por la fe, dice la Palabra, se conquistaron reinos. Dios nos ha dado por la fe, la fuerza para derrotar al enemigo. Por la fe alcanzamos todo en la vida cristiana. La poderosa mano de Dios se mueve cuando tenemos fe.

Leamos 2 Pedro 1:1-4 (RV60): “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia; para que por ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones.”

La fe es suficiente para alcanzar la salvación y las promesas. De eso no hay duda.

¿Queremos realmente agradar a Dios? Si, y para ello debemos tener fe. Pero se necesita algo más.

Continuará…

Dios les bendiga grandemente.

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