Perdón

>

Sofonías 3:9-18 (NVI)

«»*Purificaré los labios de los pueblos para que todos invoquen el *nombre del Señor y le sirvan de común acuerdo. Desde más allá de los ríos de *Cus me traerán ofrendas mis adoradores, mi pueblo disperso. Aquel día no tendrás que avergonzarte más de todas tus rebeliones contra mí. Quitaré de en medio de ti a esa gente altanera y jactanciosa, y así nunca más volverás a ser arrogante en mi santo monte. Dejaré un remanente en medio de ti, un pueblo pobre y humilde. En el nombre del Señor, se cobijará el remanente de Israel; no cometerá iniquidad, no dirá mentiras, ni se hallará engaño en su boca. Pastarán y se echarán a descansar sin que nadie los espante.» ¡Lanza gritos de alegría, hija de *Sión! ¡da gritos de victoria, Israel! ¡Regocíjate y alégrate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor te ha levantado el castigo, ha puesto en retirada a tus enemigos. El Señor, rey de Israel, está en medio de ti: nunca más temerás mal alguno. Aquel día le dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos como en los días de fiesta. »Yo te libraré de las tristezas, que son para ti una carga deshonrosa.»

Se nos olvida cotidianamente que tenemos un Dios de perdón, un Dios que, por Su gran y único amor siempre nos perdona, ante un arrepentimiento genuino de nuestra parte. Más sin embargo, batallamos para recibir nuestras promesas porque no hay perdón en nosotros, ya sea para los demás, ya sea -y lo más grave- para perdonarnos a nosotros mismos nuestros errores.

La Palabra dice que cuando confesamos nuestros pecados y perdonamos, somos prosperados!!!

Es cuando Dios se glorifica en nuestra vida y trae sanidad física, familiar, matrimonial, financiera, etc., nos limpia de todo aquello que directa o indirectamente enturbia nuestra vida.

El perdón trae sanidad a nuestra alma y vida a nuestros huesos, CREÁMOSLO, pero para ello tenemos que perdonar a los que nos agravian, pero mayormente perdonarnos a nosotros mismos y no caer en condenación, que es lo que el enemigo quiere que hagamos. Arrepintámonos eso quiere el Señor nuestro Dios.

Arrepintámonos genuinamente y entonces nuestro Dios, nuestro maravilloso y poderoso Dios purificará nuestros labios para que todos quienes invoquemos  Su nombre y le sirvamos de común acuerdo seamos mayormente bendecidos.

Arrepintámonos genuinamente y entonces no tendremos que avergonzarnos más de todas nuestras rebeliones contra Dios nuestro Señor.

Arrepintámonos genuinamente y entonces Dios quitará de en medio de nosotros a toda gente altanera y jactanciosa, y así nunca más volveremos a ser arrogantes en su santo monte.

Arrepintámonos genuinamente y entonces el Señor pondrá en retirada a nuestros enemigos.

Arrepintámonos genuinamente y entonces el Señor, rey de Israel, estará en medio de nosotros y nunca más temeremos mal alguno.

Arrepintámonos genuinamente y entonces el Señor nuestro Dios estará en medio de nosotros como guerrero victorioso.

Arrepintámonos genuinamente y entonces Dios se deleitará en nosotros con gozo, nos renovará con su amor, se alegrará por nosotros con cantos como en los días de fiesta.

Arrepintámonos genuinamente y entonces nuestro Dios nos liberará de toda tristeza.

 

Dios los bendiga grandemente!!!

Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.