Nuestro refugio

>

Éxodo 13:21-22 (NBLH)

Entonces el Señor creará una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego llameante durante la noche, sobre el monte Sión y sobre los que allí se reúnan. Por sobre toda la gloria habrá un toldo que servirá de cobertizo, para dar sombra contra el calor del día, y de refugio y protección contra la lluvia y la tormenta.”

Todos conocemos la historia del pueblo judío viviendo bajo el yugo egipcio, así como todo lo que Dios nuestro Señor hizo para liberarlos de tal esclavitud. También es conocido por todos nosotros cómo Dios se valió de Moisés para lograr Su divino propósito, utilizándolo como un poderoso instrumento de persuasión para el Faraón, pero sobre todo para guiar al pueblo de Dios hacia la tierra prometida.

La Palabra de Dios no solo contiene las promesas que Dios tiene para nosotros como Sus hijos. No. La Palabra de Dios también nos proporciona los medios y conocimiento para poder llegar a obtenerlas, para llegar a hacerlas realidad. En otras palabras, Dios nos dio Sus promesas de bendición y los medios para poder obtenerlas.

En la Palabra que nos ocupa el día de hoy, podemos aprender cómo Dios, además de liberar al pueblo de Israel, los cubrió de día y de noche durante todo su caminar, los protegió del sol, la lluvia y la tormenta, haciendo menos difícil y menos cansado su viaje hacia la tierra repleta de leche y miel prometida por Dios a Su pueblo.

Dios los alimentó y les enseñó lo necesario mediante el poder de su Espíritu Santo para que pudieran llegar a la tierra prometida, y todo lo hizo Dios por su gran amor, pero sobre todo por su grande misericordia, porque también recordemos lo desobediente que fue el pueblo de Israel para con Dios.

“»En tu gran misericordia no los abandonaste para que murieran en el desierto. La columna de nube todavía los guiaba de día, y la columna de fuego les mostraba el camino durante la noche. Enviaste tu buen Espíritu para que les enseñara, y no dejaste de alimentarlos con maná del cielo ni de darles agua para su sed. Durante cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nada les faltó. ¡No se les desgastó la ropa, ni se les hincharon los pies!” (Nehemías 9:19-21 NTV)

Al igual que al pueblo de Israel, en la actualidad Dios nos cubre a todos nosotros, Dios nos da su cobertura, la Palabra es clara y sencilla para entenderla, solo Dios cubre a Su pueblo, solo Dios da cobertura a Sus hijos.

Dios en su infinito amor y misericordia nos cubre para lograr fielmente el grande propósito que tiene para cada uno de nosotros. Dios nunca va a permitir que pasemos por desiertos o pruebas que estén más allá de nuestra capacidad. Antes que ello, su infinita misericordia nos cubre, nos alimenta, nos guía. Para qué? Para poder llegar a nuestra tierra prometida.

Solo la gloria de Dios, y nada ni nadie más, nos cubre, nos protege, nos guarda, al igual que a Adán y Eva.

“Luego Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por la nube. Entonces la gloria del SEÑOR se posó sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube cubrió el monte. Al séptimo día, el SEÑOR llamó a Moisés desde el interior de la nube. Para los israelitas que estaban al pie del monte, la gloria del SEÑOR, que estaba sobre la cima del monte, parecía como un fuego consumidor. Entonces Moisés fue desapareciendo en la nube a medida que subía al monte, y permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches.” (Éxodo 24:15-18)

Como Moisés, en el caso del pueblo de Israel, Dios necesita una cabeza para hablarle a Su pueblo. Dios necesita de un líder para guiar a las multitudes. Así es. Dios le habla a la cabeza. Ya sea en nuestra familia, ya sea en nuestra iglesia, Dios le habla siempre a la cabeza, Dios le habla siempre al responsable que le va a rendir cuentas cuando estemos ante su presencia.

Pero ojo, ello no significa que la cabeza, o sea el papá, o sea el ministro, pastor o sacerdote, sean los que dan la cobertura, o que sean ellos los que cubren a su familia, o a su congregación. Mucho cuidado con pretender tocar la gloria de Dios o pretender confundir de que la persona, el hombre o la denominación, son los que dan la cobertura. Que no intenten confundirnos.

A nosotros como padres (papá y mamá) Dios nos dio la autoridad sobre nuestros hijos, y ello conlleva una serie de facultades sobre ellos, pero también una serie de obligaciones para nosotros. Lo mismos sucede con los siervos o ministros de Dios, pues a ellos también les dio autoridad pero también están sujetos a obligaciones. Pero esa autoridad de que fuimos investidos no podemos confundirla con la cobertura de Dios, que no es lo mismo.

Todos necesitamos estar sujetos bajo autoridad, yo mismo lo estoy, y debo honrar esa autoridad, pero recordemos que la autoridad se ejerce de abajo hacia arriba, recordemos que la autoridad es un reconocimiento que fluye de abajo hacia arriba. Tengamos en cuenta que la autoridad no se impone, se reconoce.

El líder más grande del universo, nuestro Señor Jesucristo, ejerció y nos vino a enseñar el liderazgo más efectivo que ha habido sobre la faz de la tierra, el liderazgo que se ejerce en amor sirviendo a los demás, no sirviéndose de los demás. Vaya que Jesús mostró lo que es tener autoridad en excelencia; tanta, que hasta los demonios le obedecen.

Caminemos confiados bajo la nube de Dios todos los días de nuestra vida, caminemos confiados bajo el fuego de Dios todas las noches de nuestra vida, caminemos confiados bajo la cobertura de Dios, siguiendo el Único Camino y la Única Verdad: Jesucristo nuestro Señor, a fin de llegar a nuestra tierra prometida.

Dios les guarde todos los días de su vida.

Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.