Nuestro refugio.

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Salmos 91:1-4 (NTV)

“Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso. Declaro lo siguiente acerca del SEÑOR: Sólo él es mi refugio, mi lugar seguro; él es mi Dios y en él confío. Te rescatará de toda trampa y te protegerá de enfermedades mortales. Con sus plumas te cubrirá y con sus alas te dará refugio. Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección.”

Sin duda este es un Salmo poderoso porque contiene una gran verdad:

Todos los que viven una vida de comunión con Dios, están continuamente a salvo bajo su protección y, en consecuencia, pueden gozar siempre de una gran paz sobrenatural.

El verdadero creyente que habita al abrigo del Altísimo, está en la morada de Dios, vuelve a Dios y en ÉL descansa como en el lugar de su reposo permanente; sirve de corazón a Dios y le adora sobremanera. Tales privilegiados moran bajo la sombra del Omnipotente; ÉL les sirve de refugio y cobertura.

Y continúa diciendo el salmista para sí mismo: “Declaro lo siguiente acerca del SEÑOR, digan lo que digan, ÉL es mi refugio y mi lugar seguro”. Los idólatras llamaban a sus ídolos fortines invencibles, pero en eso se engañaban a sí mismos, pues sólo los que hacen de Dios nuestro Señor su fortín (fortaleza) están a salvo de todo ataque. Por eso, puede el salmista decir con toda seguridad: Mi Dios, en quien confío.

Una gran promesa se manifiesta en este Salmo, y es precisamente que Dios nuestro Señor nos rescatará de todo ataque.

Los verdaderos creyentes serán preservados de peligros inminentes que podrían inclusive causar su muerte. Esta promesa se extiende a nuestra vida y todo lo que hacemos, cumpliéndose con frecuencia cuando somos preservados de muchos peligros que nos amenazan muy de cerca.

Asimismo esta promesa se aplica a nuestra vida espiritual, que, por la gracia de Dios, está protegida de las tentaciones de Satanás.

Y así sigue este hermoso Salmo: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”, lo que alude al carácter paternal de Dios mostrando toda ternura para con sus hijos protegiéndolos con la fragilidad de unas alas, pero también añade: “Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección”, lo que significa que la fidelidad a su promesa es una fuerte defensa.

Dios está dispuesto a proteger a su pueblo con ternura y amor, pero también tiene el poder para ser nuestra armadura y nuestra protección.

Qué más podemos pedir, nada.   Con la protección de Dios estamos más que seguros y podemos vivir confiados bajo Su sombra.

Dios los guarde todos los días de su vida.

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