«… «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador; yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate, a Cus y a Seba en tu lugar. A cambio de ti entregaré hombres; ¡a cambio de tu vida entregaré pueblos! Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo; desde el oriente traeré a tu descendencia, desde el occidente te reuniré.»
Cada uno es libre de creer en lo que quiere. Estamos obligados a respetar las creencias de los demás. Cada quien su fe.
Ya hemos estudiado que la fe es sumamente amplia en su contexto, en su definición. La fe es una especie de combustible que nos permite avanzar en la vida de manera segura y confiada, contrario a lo que ven nuestros ojos naturales, contrario a lo que escuchan nuestros oídos naturales.
Lo único que nos corresponde es ejercitarla como un músculo, fortalecerla, alimentarla, nutrirla, moverla, y la única manera de avivar nuestra fe es creyendo y confiando de manera plena en el Dios vivo, en el único Dios, a fin de que ÉL en su fidelidad cumpla sus maravillosas y abundantes promesas en cada uno de nosotros.
Sin duda necesitamos de la fe para tener la absoluta convicción de que la Palabra de Dios es verdad y, consecuentemente, se haga carne en nosotros.
Después de leer los versículos del inicio, no nos queda más que decir:
¡Si Dios con nosotros, quién contra nosotros!
¿Quiénes somos para merecer todo esto de Dios nuestro Señor? Simple y sencillamente Sus hijos.
¡Fuera temor, fuera dudas, fuera angustias, fuera afanes, fuera enfermedades, fuera deudas, fuera amarguras, fuera mentiras, fuera excesos, fuera ataques, fuera envidias, fuera injurias, fuera todo lo vil, fuera religiones, fuera engaños y maquinaciones, porque nuestro Papá Dios está hablando, porque nuestro Papá Dios nos guardará cuando crucemos por la fuertes corrientes de los problemas, porque nuestro Papá Dios nos guardará cuando caminemos por las fuertes llamas de las tribulaciones!
Yo me quedo con el Dios de Jacob, el Dios de Abraham, el Dios de David, el Dios que nos ama tanto que, sin pensarlo, entregó a Su Precioso Hijo por nosotros, un Dios de interminables bendiciones, porque así es su amor: interminable.
Dios los guarde todos los días de su vida.
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