“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Si somos honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta que pasamos demasiado tiempo preocupándonos por el futuro, ya sea por causa de nuestro pasado, o bien, porque no estamos satisfechos con nuestro presente. Entonces empiezan a dominar en nuestro pensamiento los fracasos del pasado o los miedos del futuro, y eso nos lleva a vivir nuestro presente en ansiedad, nos lleva a vivir nuestro presente en afán.
Quienes padecemos alguna enfermedad solemos afanarnos tanto por obtener nuestra sanidad que terminamos dándole un lugar de preeminencia o privilegio a la propia enfermedad que a nuestro maravilloso Dios. O en tratándose de cualquier problema, siempre solemos afanarnos más en el problema en sí y la solución del mismo, que en darle primeramente su lugar a Dios nuestro Señor.
Y cuanto afán hay en nosotros en los temas de dinero. Nos afanamos para obtener dinero ha como de lugar para poder pagar la renta del mes, poder pagar las colegiaturas de nuestros hijos, poder dar la mensualidad de nuestro coche, poder comprar los zapatos o bolsa que están de moda; o bien, cuando nos afanamos queriendo estudiar o trabajar en algo que va más allá de nuestras capacidades, aptitudes o posibilidades actuales; o cuando nos afanamos queriendo tener novio o novia cuando todavía no tenemos edad para ello; o cuando nos afanamos queriendo vivir como viven los demás; en fin, muchos afanes más.
De ninguna manera trato de decir que no trabajemos o no accionemos por aquello que necesitamos o deseamos, para nada. Quienes somos cabeza de familia estamos obligados a ello, no es opcional, y como hijos de Dios estamos para vivir bendecidos de manera sobreabundante. Es una promesa de Dios para Sus hijos. Pero ojo, no podemos permitir que tales trabajos o acciones que hagamos releguen a Dios al final de la fila. No.
Cuando nos afanamos en algo lo que realmente estamos haciendo es eso, relegar a Dios a un segundo plano. Así es, como lo lee. Los afanes son competencia de Dios, y no porque dicho afán sea más grande o igual que Dios para competir con ÉL, de ninguna manera, sino porque nosotros equivocadamente le damos mayor importancia o una mayor dimensión a eso que nos preocupa, que a nuestro poderoso Dios.
Se nos olvida que Dios nuestro Señor es el creador de todo, se nos olvida que ÉL es dador de todas las cosas y que todo lo que existe sobre la faz de la tierra fue hecho y proviene de ÉL.
No podemos caer en afán, nunca. No podemos ni debemos preocuparnos por lo que no hicimos o no vivimos en el pasado, ni mucho menos preocuparnos por lo que el futuro incierto nos traerá.
Debemos vivir nuestro presente satisfe
Si estamos enfermos debemos dar gracias a Dios por su amor y buscar primeramente Su paz y descansar en ÉL, confiados en que Dios se glorificará en nosotros trayendo esa sanidad a nuestra vida.
Demos gracias por nuestra esposa e hijos, demos gracias por nuestro papá y mamá, demos gracias por nuestros hermanos, demos gracias por nuestros demás familiares, demos gracias porque tenemos un lugar donde dormir, demos gracias por tener el trabajo que tenemos o que seguramente en fe conseguiremos en esta semana que empieza, porque cuando nosotros ponemos delante de Dios nuestras ansiedades y afanes, entonces ÉL tendrá cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7).
No podemos menospreciar a Dios en momento de crisis, no. No nos puede robar la atención el problema, cuando tenemos la maravillosa y poderosa solución al mismo: Dios nuestro Señor. Por el contrario, tenemos que buscarle a ÉL porque ÉL es nuestro refugio en tiempo de angustia, porque ÉL nos rodeará y con cánticos nos liberará (Salmos 32:9).
Hoy es inicio de semana, y como nuestro Señor Jesucristo lo dijo, “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33).
Dios les bendiga grandemente.
Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.