Jacob o Esaú ¿quién eres?

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Génesis 25:29-34 (RVA)

“Cierto día Jacob preparó un guisado. Y cuando Esaú volvía del campo, cansado, dijo a Jacob:
—Por favor, invítame a comer de ese guiso rojo,  pues estoy muy cansado.
Por eso fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió:
—Véndeme primero  tu primogenitura.
Entonces Esaú dijo:
—He aquí que yo me voy a morir; ¿de qué, pues, me servirá la primogenitura?
Dijo Jacob:
—¡Júramelo ahora!
El se lo juró y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas. El comió y bebió, y levantándose, se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.”

Pasaje que nos trae una gran enseñanza, particularmente para quienes pretendemos servirle a Dios.  Ya en otras ocasiones he comentado mi opinión respecto del liderazgo que existe en las iglesias, empezando por la cabeza.  Nunca, aclaro, con el ánimo de juzgar, solo he comentado lo que mis ojos desafortunadamente han visto y mi limitada mente nunca ha podido entender. Si quiero precisar que la reflexión de hoy va dirigida solo a quienes le servimos a Dios.

Hablemos un poco de lo que representaba la primogenitura en aquellos tiempos. El derecho de primogenitura era considerado como propiedad exclusiva del primer nacido de una familia. Por lo general, el primogénito heredaba el rango, la situación y las prerrogativas de su padre; venía a ser jefe de la familia o de la tribu; heredaba asimismo una porción doble de los bienes paternos.

Y si nos vamos a la Divina Primogenitura dada a nuestro Señor Jesucristo, definitivamente la podemos encontrar en dos importantes sentidos: como primogénito de María ante su familia terrenal (Mateo 1:25); y como el Primogénito de toda la creación (Colosenses 1:15), donde se expresa rotundamente la preeminencia de Cristo por sobre todas las cosas.

Sin duda, la primogenitura no era, ni creo que hoy lo sea, un asunto común y corriente.  Para poder entender nuestra reflexión de hoy, estudiemos primero las características de cada uno de estos dos personajes de la Palabra de hoy y después apliquémoslo a nuestras vidas de servicio a Dios:

Primero hablemos de Jacob: Sin lugar a dudas deseaba “piadosamente” la primogenitura de Esaú, y logró alcanzarla ventajosamente aprovechándose de una particular situación. Hombre codicioso por alcanzar los mejores dones que conlleva ser el primogénito de la familia. En resumen, se aprovecho de la necesidad de su hermano para hacerle caer en un despiadado acuerdo.  No puede haber humildad en un hombre que, con su sabiduría mundana y su astucia perversa, eligió el tiempo más propicio para hacer un trato, asegurándose de que quedase firme ante el juramento de su hermano mayor Esaú.

Y ahora de Esaú: Menospreció profanamente su primogenitura y la vendió insensatamente. Por ello fue llamado profano, porque por un simple guisado de lentejas vendió su primogenitura. Otros de los aspectos de la insensatez de Esaú es que se dejó llevar por la carne, por lo mundano, ya que su cansancio y apetito físico le ganaron.  Mentalmente era una persona débil al haber aceptado tal ofrecimiento hecho por su hermano, además de que por ningún lado hubo señales de arrepentimiento por parte de él, pues después de satisfacer su apetito, se levantó despreocupado y se marchó, sin mostrar ningún pesar. Así despreció Esaú su primogenitura.

Ahora hablemos de nosotros quienes queremos servirle a nuestro padre Dios.

¿Cuántos ministros, pastores, líderes de iglesia, etc., existen como Jacob?  Desafortunadamente muchos.

El deseo “piadoso” de servirle a Dios los lleva a codiciar y alcanzar ventajosamente un lugar detrás de un púlpito, aprovechándose de la “cobertura que alguien les da”; aprovechándose de la necesidad de las almas que llegan buscando un sustento y alimento; aprovechándose de esa necesidad de la gente de buscar la esperanza en un Dios cuyo Primogénito dio Su vida para salvación de nuestros pecados.  Son hombres que aprovechan los tiempos y situaciones para poder hacer ofrecimientos que la gente débil no puede rechazar, porque están habidos de servirle a Dios en agradecimiento a lo que ÉL ha hecho en su vida.  Son hombres que saben los tiempos y situaciones para convencer a la gente de entrar a la “visión” de un hombre, no de Dios.

Pero que hay de los Esaú’s que le quieren servir a Dios.

Wow, realmente, desde mi particular opinión, son más de cuidarse que los anteriores, porque son precisamente ellos quienes tienen fija su mirada en el guisado de lentejas.  ¿Cómo es esto? Cuando su mirada está en ocupar un lugar de liderazgo en la iglesia, ha como de lugar; o cuando su mirada está  siempre en verse al lado del Pastor o dentro de su circulo de poder; o cuando su mirada está en tener sus dos horas de fama los domingos.  Cuidado.  A este tipo de servidores el aroma a lentejas les rodea.

Así es.  Es cuando sin pensarlo, repito, sin pensarlo, se olvidan de esa primogenitura que Dios les ha dado para servirle a ÉL conforme a Su Palabra y Su sana doctrina, olvidándose de heredar el rango, la situación y las prerrogativas del padre; olvidándose de esa porción doble que, como a Eliseo, le fue dada por Elías.

Lo más triste es que estos Esaú’s no pensaban así.  Los hicieron así.  Ellos siempre supieron de la importancia de su primogenitura, porque siempre estuvieron en contra de aquello que fuera en contra de la Palabra y de las cosas que hacían mal, pero cuando quisieron levantar la voz para hacer valer su primogenitura conforme al verdadero Evangelio, cuando levantaron la voz para pedir su doble porción, cuando decidieron buscar de Dios en otra iglesia, entonces, les ofrecieron su guisado de lentejas, así es; entonces, les ofrecieron ser líderes al lado del Pastor; entonces, les permitieron tener sus dos horas de fama los domingos; entonces, fueron tomados en cuenta para algo. ¿Para qué? Eso ya no es relevante. Lo importante era mantenerlos ocupados, lo importante era evitar que sintieran arrepentimiento de lo que habían terminado vendiendo. Desgraciadamente entre estos Esaú’s también hay ministros y pastores.

Pero en todo esto hay algo que no debemos perder de vista.  Por favor entendamos esto: podrán existir miles y miles de líderes como Jacob en el ministerio, siempre buscando servirse de la gente a cambio de un plato de lentejas, pero eso solo podrá darse si y solo si nos permitimos ser como Esaú; pero eso solo podrá darse si y solo si nos permitimos ser débiles en sabiduría; pero eso solo podrá darse si y solo si nos permitimos ser personas simples y  lejanas de todo arrepentimiento.

Recordemos que Jacob solo hizo el alevoso ofrecimiento, pero fue precisamente Esaú quien permitió y consintió tomar la oferta de vender su primogenitura.

Seamos sabios y cuidemos nuestro llamado de Dios.  Cuidemos nuestra primogenitura y gocemos de los beneficios y prerrogativas del Padre; cuidemos nuestro llamado de Dios para servirle a ÉL y no al hombre; porque todo ello nunca valdrá un guisado de lentejas.

Dio les bendiga grandemente.

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