Mateo 8:23-27 (RVA)
“El entró en la barca, y sus discípulos le siguieron. Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar que las olas cubrían la barca, pero él dormía. Y acercándose, le despertaron diciendo:
—¡Señor, sálvanos, que perecemos!
Y él les dijo:
—¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe?
Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza. Los hombres se maravillaron y decían:
—¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?”
Ya en otra ocasión estudiamos este impactante pasaje y, como siempre, Dios nuestro Señor nos muestra y edifica con Sus maravillosas enseñanzas, sobretodo cuando ÉL quiere mostrarnos qué necesitamos en nuestra vida para salir de cualquier tormenta por la que estemos atravesando.
Debemos permitir que Jesús entre en nuestra vida y no se trata únicamente de aceptarlo a través de la oración de fe, sino también permitirle el control total sobre todas las áreas de nuestra vida. Ante un problema no podemos pretender tomar el control, porque invariablemente necesitamos que sea Dios quien lo tome, a fin de poder soportar los embates y adversidades que generan dicho problema.
“El ejército mejor equipado no puede salvar a un rey, ni una gran fuerza es suficiente para salvar a un guerrero. No confíes en tu caballo de guerra para obtener la victoria, por mucha fuerza que tenga, no te puede salvar. Pero el SEÑOR vela por los que le temen, por aquellos que confían en su amor inagotable. Los rescata de la muerte y los mantiene con vida en tiempos de hambre. (Salmos 33:16-19 NTV)
Nunca reaccionemos abruptamente ante los problemas y circunstancias difíciles. Necesitamos actuar con calma para no tomar malas decisiones. No nos dejemos oprimir por la angustia. Si queremos que nuestra alma esté bien ejercitada necesitamos una dependencia total del Señor. En todo momento de desesperación en lugar de reaccionar debemos orar, debemos cambiar la reacción por la reflexión.
“Nosotros ponemos nuestra esperanza en el SEÑOR; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. En él se alegra nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre.” (Salmos 33:20-21 NTV)
Fortalezcámonos en el Señor nuestro Dios en todo momento, mucho más cuando estemos en medio de una tormenta, ya que es precisamente en esos momentos en los que el diablo nos va a tentar a hacer lo incorrecto, pero si estamos de la mano de Dios por supuesto que no podremos nunca caer.
Siempre tendremos a Dios para fortalecernos, nosotros somos ese tipo de gente que Dios quiere en Su equipo celestial, no permitamos que ninguna voz del infierno nos diga que no podemos cambiar o que no podemos estar mejor, Dios nos sacará de la situación difícil en la que estamos si dependes totalmente de ÉL.
“Bienaventurado el hombre que no anda según el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los burladores.” (Salmos 1:1 RVA)
Debemos rodearnos de la gente correcta, gente que, independientemente de valorarnos y apreciarnos, nos edifiquen con su actitud y ejemplo, pero sobretodo, que coincidan con nosotros en la fe, repito, en la fe, no en la religión, que es muy diferente.
Todos en nuestras vidas seguramente pasamos, estamos pasando o pasaremos pruebas y tribulaciones, no hay duda alguna. Pero existe una vacuna que nos hace inmunes a tales vicisitudes: nuestra fe en Jesucristo el Hijos del Dios Viviente.
Dios les bendiga abundantemente.
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