¡En las alturas!

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Samuel 22:31-37 (NTV)

“»El camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del SEÑOR demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección. Pues, ¿quién es Dios aparte del SEÑOR? ¿Quién más que nuestro Dios es una roca sólida? Dios es mi fortaleza firme, y hace perfecto mi camino. Me hace andar tan seguro como un ciervo, para que pueda pararme en las alturas de las montañas. Entrena mis manos para la batalla; fortalece mi brazo para tensar un arco de bronce. Me has dado tu escudo de victoria; tu ayuda me ha engrandecido. Has trazado un camino ancho para mis pies a fin de evitar que resbalen.”

Este texto es parte del testimonio del rey David y en el expresa cómo Dios se ha manifestado en su vida de una manera extraordinaria, habiendo superado muchos obstáculos que se presentaron en su vida, comenzando desde su propia familia, quienes siempre lo despreciaron y lo tomaban en poco.

Todos conocemos la serie de obstáculos que tuvo que superar David, como haber derrotado al gigante Goliat, superar a su propio rey –Saúl-, quien planeó matarlo por envidia contra él, puesto que la gente alababa y amaba mucho a David. Otra circunstancia difícil que tuvo que superar, fue el hecho de que en su huida se le juntaron a él en la Cueva de Adulam, cuatrocientos hombres endeudados, amargados y afligidos, que por lo tanto, no prometían nada, pero no obstante, hizo de ellos el ejército más temido y poderoso que siempre salía victorioso y le ganó a todos los ejércitos de aquella época.

David, que había recibido un reino muy pequeño y con tantas falencias, entrega un reino multiplicado por diez; entonces la pregunta es:

¿Por qué David logra superar todo esto y convertirse en el rey más grande que ha tenido Israel? ¿Cómo logró tener el favor de Dios?

David entendió que él había sido reservado para las alturas, para grandes cosas, y si comprendemos que igualmente es así para nosotros, entonces a partir de ahora debemos empezar a descontaminar nuestro espíritu, porque Dios no nos ha dado un espíritu para estar sufriendo, con las peores actitudes o peores pensamientos. David se dio cuenta entonces que no estaba para arrastrarse en la amargura, que no estaba para arrastrarse en los resentimientos, en los malos recuerdos, en el negativismo, en la aflicción, y que aunque no podía controlar las circunstancias, ni la gente a su alrededor, él sí podía escoger controlar lo que iba a pensar, lo que iba a hablar y lo que él iba a hacer.

David entonces decidió, que a pesar de que las circunstancias fueran difíciles, él estaría feliz, que aunque la gente fuera injusta, el estaría feliz, porque entendió que si quería ver respuestas de Dios, su espíritu no podía estar contaminado, puesto que estaba en las manos de Dios. Si estamos contaminados en nuestro espíritu, vamos a tener enojo, amargura, quejas, o seremos sumamente conflictivos con nosotros mismos y los demás, lo que ocasionará que haya raíces de amargura en nuestra vida.

Hebreos 12 nos enseña que una raíz de amargura tiene el poder de contaminar muchísima gente a nuestro alrededor; si algo tenemos que cuidar nosotros es nuestro espíritu y el espíritu de la gente cercana a nosotros; no podemos aspirar a grandes cosas si tenemos nuestro espíritu contaminado, o si nos dejamos contaminar por el enojo de alguien más, o por las noticias, o por la injusticia de otros, o con rencores; porque lo bueno que viene de parte de Dios demanda que tengamos visión para ver la bendición y las oportunidades.

Podemos llevar muchos años asistiendo a una iglesia y leer la biblia, pero si tenemos un espíritu contaminado no podremos pisar los terrenos sagrados; es necesario determinarnos a sacar las raíces de amargura. Muchos pecamos –aunque sabemos que hemos ofendido a Dios– y pedimos perdón, pero de nuevo caemos en lo mismo, y mantenemos ese espíritu de culpa porque aunque estamos cortando los frutos, mientras la raíz de amargura siga, los frutos se vuelven a generar, hay que sacar directamente la raíz de amargura, para que todos los vicios, adiciones, pecados, etc., salgan de nuestra vida, y así tales frutos no tendrán forma de reproducirse.

David tomó la decisión de alimentarse de Dios y no de las palabras de una persona negativa o incorrecta, ni del resentimiento por la injusticia que le habían hecho en el pasado; decidió estar feliz no importando ni la situación ni el problema. Igual nosotros debemos decidir que nuestra felicidad no la provocan los bienes materiales que tenemos, ni el mejor empleo o empresa; nuestro deseo de alegría no depende de nada terrenal, sino del Espíritu Santo de Dios, que es Eterno y es ÉL es nuestra fortaleza.

El crecimiento y la multiplicación están reservados para aquellos que guardan un espíritu alegre de parte de Dios; obviamente que el diablo no estará feliz porque no sólo es amargado, sino que es lo que desea hacer en nosotros, trayendo siempre recuerdos tristes y dolorosos de nuestro pasado.

Cada uno escogemos si vamos a tener “agua pura” y si vamos a darle a la gente de esa agua, y si podemos estar tranquilos porque nuestra vida está diseñada sólo para tener de esa agua, así fuimos diseñados por Dios, cuando decidimos cuidar nuestro espíritu, Dios decide revertir todo lo que fue en contra, ahora a nuestro favor. Cuando mantenemos un espíritu puro, lleno de fe, amor, confianza, gozo, alegría y paz, lo que el enemigo ha levantado contra nosotros el Señor lo va a revertir a nuestro favor. Porque toda situación que se presente difícil, si tenemos una actitud correcta, porque Dios es siempre nuestra fortaleza.

El Señor nos promete darnos lluvia temprana y lluvia tardía, si declaramos el derramamiento de su Santo Espíritu en nuestra vida, por lo cual nuestra siembra será fructífera, porque cuando decidimos que estamos reservados para las alturas, significa que nunca más nos rebajaremos al abismo de la amargura, la tristeza, a la forma negativa de ser y hablar.

La Palabra advierte que comeremos del fruto de nuestra boca (Proverbio 12:13), es decir, de lo que hablemos será lo que comeremos; esa es la razón por la cual cada día al levantarnos debemos siempre tener palabras de bendición para nosotros mismos, nuestra familia, empresa, trabajo, etc.

Es importante tener en cuenta con qué personas nos vamos a relacionar y quiénes vienen de parte de Dios, porque quien viene de parte de Dios es gente llena de gozo y paz. Quien tiene un espíritu puro resistirá a otro con uno contaminado, porque esto le hará sentir incomodidad y podrá discernir que quienes le rodean no tienen el espíritu correcto para ser sus amigos.

El rey David mantuvo un espíritu puro y siempre tenía un corazón para Dios. Debemos tener en cuenta qué cosas son las que se identifican con Dios y cuáles no, y rechazar siempre lo que no procede de ÉL. Hay un principio en la Palabra (Salmo 126: 1-3) que nos enseña que la alegría es el acto profético más poderoso para nuestra próxima victoria. Un espíritu puro siempre estará lleno de gozo, paz, y tendrá alegría permanente, y esa actitud acortará la distancia entre nuestro momento presente y el momento de cuando llegue la bendición.

No permitamos que actitudes, palabras o pensamientos inferiores, contaminen nuestro espíritu y nos resten fuerza; descontaminemos hoy nuestro espíritu y llenémonos sólo de Dios y de su dulce presencia.

Decidamos sacar de nuestra vida pensamientos de temor, de incapacidad, de negativismo, de enojo, de frustración, de inmoralidad, y llenemos nuestro espíritu del gozo, del amor y de la paz que viene de parte del Espíritu Santo de Dios. Es la razón por la cual debemos mirarnos como Dios nos ve; alimentémonos con el Espíritu Santo diariamente, porque es la única manera en la que estaremos listos para estar siempre reservados para las alturas.

Dios les bendiga abundantemente.

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