1 Pedro 5:6-7 (TLA)
“Por eso, sean humildes y acepten la autoridad de Dios, pues él es poderoso. Cuando llegue el momento oportuno, Dios los tratará como a gente importante. Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.”
¿Quiénes no hemos estado preocupados por algo? Toda preocupación obedece a una sensación de temor ante una amenaza indeterminada. Por esa razón es importante aprender a combatirla.
Ser humildes nos ayuda contra las preocupaciones. La humildad es una actitud propia de personas que tienen un corazón limpio y sencillo, por lo tanto no hacen acepción de personas, religiones o razas. Jesús vino a bendecirnos, pero para ello necesitamos humildad, ser como era el Señor Jesucristo.
No podemos forzar las situaciones a nuestro favor o manipular a los demás para lograrlo. Nuestro proveedor en la vida es Dios y ÉL no tiene obligación de proveer a personas que no viven bajo sus estatutos. Dios es quien abre las puertas, pero siempre buscará a personas que sean diligentes y obedientes.
Para derrotar las preocupaciones necesitamos aprender a vivir a la manera de Dios, con excelencia y amor, por consiguiente, es importante que todo lo que hagamos lo hagamos excelente. Dejemos de estar preocupados por todo lo que nos hace falta, y ocupémonos de hacer todo excelente. Cuando las cosas se hacen en excelencia, siempre habrá una oportunidad para nosotros.
Recordemos el pasaje bíblico de cuando Jesús convirtió el agua en vino. Si hacemos memoria recordaremos que Jesús no solo convirtió el agua en vino, sino que la convirtió en el mejor vino. Todo lo que hagamos, hagámoslo excelente como Jesús. Si vamos a trabajar, trabajemos en excelencia. Dios contesta nuestras oraciones si hacemos las cosas bien, si hasta hoy las hemos hecho mal entonces rectifiquemos y empecemos a hacerlo todo bien.
Para derrotar las preocupaciones necesitamos hacerlo todo con amor. Lo que se hace con amor no tiene competencia. No es lo mismo cuando una persona hace las cosas con amor que cuando las hace por hacerlas. Una persona que hace las cosas por amor es exitosa en su negocio porque será preferido. Por ejemplo:
El matrimonio: ¿Ustedes creen que, si le damos todo nuestro amor a nuestra pareja, tendría la necesidad de buscar en otros amores? Claro que no. Cuando tratamos a nuestra esposa con amor, jamás nos quitará el lugar que a nosotros nos corresponde. El trabajo: ¿Amamos nuestro trabajo, o estamos allí por cuidar el salario? Cuando trabajamos por amor no hay salario que pueda pagar lo que hacemos, no hay empleado que pueda suplantarnos.
“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche! Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.” (Salmos 1:1-3 NVI)
Para derrotar la ansiedad necesitamos Hacer todo con integridad, esto atrae el favor de Dios y todo lo que hagamos prosperará si primeramente somos íntegros.
Volviendo a la Palabra que hoy nos ocupa, debemos comprender que contra Dios no cabe arrogancia ni altanería, pues todo lo sabe y todo lo puede. Es incluso una medida de prudencia someternos a Dios de buena manera y esperar así su favor y su aceptación. La expresión “poderosa mano de Dios” significa la omnipotencia de Dios en la protección de los suyos, especialmente en los que somos objeto de ataques de nuestros enemigos.
Pongamos toda nuestra confianza en Dios. Arrojemos toda preocupación o carga mediante un acto radical de entrega y rendición a Dios, porque esta fe absoluta es la que le honra a ÉL.
Dios les bendiga abundantemente.
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