“Oh SEÑOR, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh SEÑOR, mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré. No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!». No dejes que se regodeen en mi caída. Pero yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado. Cantaré al SEÑOR porque él es bueno conmigo.”
Este Salmo de David es un claro ejemplo del sentimiento de abandono. David estaba pasando por una situación difícil, tanto en su alma como en su corazón.
Nosotros alguna vez nos hemos sentido como el rey David, nos hemos sentido como si Dios no nos escuchara, sentimos como si Dios estuviera muy lejos de nosotros; sin embargo, no es así. Cuando nuestra alma está en angustia por cualquier circunstancia, es el momento que el enemigo aprovecha para darle poder a esos otros enemigos que se levantan en contra de nuestra vida.
¿Cuáles son esos enemigos que nos están dominando? Una enfermedad, la soledad, problemas familiares, economía, celos, depresión, etc. Hay un sin fin de cosas que nos pueden estar atormentando en este momento, robándonos la paz y el gozo de Dios, haciéndonos sentir precisamente como el rey David.
Pero aquí hay algo el Señor nos muestra: el poder de la oración. Si leemos detenidamente nos percataremos de cómo empieza David y cómo termina al final, evidentemente termina lleno de la paz de Dios y con la convicción de que nuestro Señor obrará.
En la Palabra de hoy podemos ver que David le pide a Dios.
“……Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que la han recibido, será suya.” (Marcos 11:24 NTV)
“Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.” (Mateo 7:7-8 NTV)
En la Palabra de hoy podemos ver que David reconoce y declara el gran amor de Dios.
“…Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!…” (1 Juan 3:1 NTV)
“Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:39 NTV)
En la Palabra de hoy podemos ver que David tiene FE y da gracias a Dios por su bondad, mostrándonos lo importante de la oración y la comunión con Dios, lo cual nos hace llenarnos de FE, lo que nos hace ver aquello que no es como si fuera, y entonces ser libres de toda opresión y angustia.
“¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (1 Corintios 15:57 NTV)
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18 NTV)
¡No importan las circunstancias! Debemos recordar que tenemos un Dios grande lleno de amor, que siempre está esperando a que le busquemos para rescatarnos de cualquier situación, un Dios que siempre está presente en nuestra vida.
Dios les bendiga abundantemente.
Erika.
Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.