“Alaben al SEÑOR, todas ustedes, las naciones.
Todos los pueblos de la tierra, alábenlo.
Pues nos ama con amor inagotable;
la fidelidad del SEÑOR permanece para siempre.
¡Alabado sea el SEÑOR!”
Si vamos a nuestra Biblia nos percataremos que este Salmo únicamente tiene dos versículos.
El primero, contiene un solemne llamamiento a todas las naciones para alabar a Dios; y el segundo, dos cualidades únicas en nuestro Dios que lo hace merecedor de nuestra alabanza.
Es importante para todos nosotros saber que, como iglesia y comunidad formada por medio del evangelio, tenemos el propósito final de glorificar a Dios. Así es, la salvación que Cristo ha traído a nosotros conlleva el propósito final de alabar a Dios por la eternidad.
El evangelio sirve para demostrar al mundo la sabiduría divina (Efesios 3:10). Todos nosotros somos salvos por medio del evangelio de Jesucristo para “la alabanza de su gloria” (Efesios 1:12, 14). Por esa razón la iglesia (nosotros) se puede describir como “una comunidad que existe para la alabanza de Dios”.
La alabanza de Dios incluye la exaltación de Sus atributos y el reconocimiento de Su obra salvadora. Dicha alabanza sin duda surge de nuestra encomienda de anunciar el evangelio a las naciones.
Alabar constituye un acto de declaración de alabanza a Dios, acto el cual conlleva el compromiso de ir y proclamar el evangelio de una manera que honre a Dios, merecedor único de nuestra alabanza.
Desafortunadamente hoy vivimos en un sistema evangélico de alabanza en donde en la mayoría de los casos el protagonista no es precisamente Jesucristo, no. Hoy en día los reflectores están puestos en los disque “siervos de Dios” que dirigen la alabanza dentro de las iglesias; o bien, en los cantantes cristianos que buscan sus dos horas de fama y nada más.
ES POR ELLO QUE A NOSOTROS COMO PUEBLO DE DIOS NOS CORRESPONDE RECUPERAR LA DIMENSIÓN COMUNITARIA DEL EVANGELIO. Es por ello que debemos estar conscientes y convencidos de que la alabanza a Dios nuestro Señor conlleva proclamar la buena noticia de que Dios ha formado un pueblo en el cual están integrados todos los creyentes, no solo los que están detrás de un micrófono. Es por ello que debemos aprovechar las reuniones de la iglesia para seguir proclamando el evangelio a través de nuestra alabanza. Es por ello que debemos aprovechar las reuniones de la iglesia para estimular a la propia iglesia a reflejar en su vida las cualidades del Dios del evangelio.
Vivir el evangelio como creyentes conlleva la experiencia de una comunión real dentro de las iglesias; Vivir el evangelio como creyentes conlleva ser ejemplo para el mundo de lo que significa ser una comunidad bajo la grandeza y señorío de Jesucristo; Vivir el evangelio como creyentes conlleva exaltar las excelencias de Dios a través de nuestra alabanza.
Hoy es el día del Señor nuestro Dios, vayamos con gozo a Alabarle!!!
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