¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar? Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada; y se cumplió la Escritura que dice: Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe.”
En los últimos días me he encontrado a grandes y entrañables amigos de mi infancia (sin agraviar a los actuales), y han venido a mi mente recuerdos maravillosos de lo que vivimos juntos aquellos años. Años verdaderamente entrañables, por tantas cosas que vivimos y que experimentamos, mucho muy buenas y una que otra mala.
Sin embargo, con el pasar de los años y nuestras respectivas profesiones y oficios nos fuimos alejando. Ahora los veo evidentemente con unos (tal vez muchos) años más. Muchos de ellos ya pintan canas, otros ya con hijos adolescentes y mayores. Cómo pasa el tiempo y aún los sigo viendo como si los hubiera visto el día de ayer.
Desde pequeños nos han mostrado de una manera equivocada a Dios, ya que lo han reducido a una doctrina religiosa, a una religión, a una etiqueta, en dónde la “religión” más común o con mayor tradición en nuestro país es la correcta y única. Las demás, las reducen simple y sencillamente a “sectas”.
Una secta, según el diccionario, es un conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica. Es una doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra. Es un conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.
De por si la palabra secta suena despectiva y discriminadora, con mayor razón sus significados.
Pero hoy no nos toca reflexionar sobre ello y quisiera que sus amables comentarios no fueran en ese sentido, no vale la pena hablar de religión porque DIOS NO ES RELIGIÓN. Eso es de hombres, eso es de religiosos, eso es de los Fariseos modernos que insisten en menospreciar el nombre que es sobre todo nombre, el de nuestro Señor Jesucristo. En fin.
La Palabra de hoy es poderosamente maravillosa, porque nos muestra dos cualidades, una espiritual y otra material, que se necesitan para ser considerados AMIGOS DE DIOS: nuestra fe y nuestras obras.
Anteriormente hablaba de que con el tiempo el grupo de amigos de mi infancia nos fuimos paulatinamente separando y alejando por infinidad de circunstancias, ya sea la escuela y el trabajo en aquellos años, y posiblemente hoy en día nos separe su matrimonio, sus hijos, su ubicación geográfica, en fin, muchas otras cosas más.
El habernos enseñado desde niños a un Dios de “religión”, desafortunadamente nos fue alejando de Dios por desconocimiento y no por otra cosa. Hoy en día hay personas que tienen a Dios como “religión” y solo cumplen con ÉL cada día domingo para ir a “donde ÉL está”, o bien el lunes, que hay menos gente. Realmente no hay duda en ello, porque para nosotros en aquellos años la iglesia era para las personas mayores, para nuestros abuelitos y abuelitas, no para nosotros.
Si nos hubieran mostrado un Dios vivo, un Dios que sana, un Dios que trae prosperidad, un Dios que trae sabiduría, UN DIOS QUE NO ES RELIGIÓN, pero sobre todo un Dios que por amor a nosotros sacrificó a Su único Hijo Jesucristo, entonces nunca nos hubiéramos alejado de ÉL.
Viendo retrospectivamente hacia aquellos años con respecto a mi vida de hoy, sin duda alguna no la cambiaría. De ninguna manera. Y eso se lo debo a mi hermoso Jesús, que me dio a mi esposa e hijos.
No es posible que yo le haya conocido hasta los 40 años de mi vida, pero así fue. Hoy tengo amigos y amigas que seguramente me catalogan de “religioso”. Realmente no me importa.
Lo que si realmente quisiera es que algún día, así como a Abraham, por mi fe y mis obras Dios me llegare a considerar Su amigo. Pero falta mucho, mucho. Sigo siendo un hombre con errores, he pasado por situaciones difíciles ya sea económicas, matrimoniales, profesionales, enfermedades, etc., Mi familia y yo somos simples mortales queriendo servir a Dios desde nuestra particular posición y a través de las conferencias que damos mensualmente. Somos como cualesquier otros.
Siempre he hablado de la congruencia de la Palabra con nuestra forma de actuar. La Palabra de hoy es el claro ejemplo de lo que realmente significa ser un hombre o una mujer de fe en base a lo que hacemos.
Reflexionemos: ¿Realmente lo somos? ¿Nuestras obras así lo confirman?
Dios les bendiga grandemente.
Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.