Dios nos creo para ser felices.

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Salmos 31:9-10 (NVI)

“Tenme compasión, Señor, que estoy angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo! La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando.”

Hay una frase que leí hace poco que dice: “nuestro cuerpo grita, lo que nuestra alma calla”.

No me atrevo a decir que todas enfermedad pasan por que estamos mal del alma, porque nuestro cuerpo esta compuesto por órganos que necesitan cuidados cuando se requiere, pero si diría que una buena parte de nuestras enfermedades vienen de una alma mal cuidada. La Palabra misma lo dice.

La vida es un constante estrés, con  sentimientos y pensamientos, molestias, etc. Nos distanciamos de unos, nos peleamos con otros y no nos damos cuenta que la falta de perdón, la tristeza, la decepción, no solo provoca en nosotros brotes de amargura, sino también brotes de enfermedad.

Muchos nos preocupamos primero por cuidar de nuestro exterior, nos preocupamos más por ejercitar nuestro cuerpo que nuestro espíritu, y nunca estamos satisfechos con nuestro físico, pero olvidamos que lo que vemos en el espejo es solo el reflejo de lo que tenemos dentro.

Como dicen por ahí “Somos lo que comemos”.  Si comemos chatarra pues se verá reflejado en nuestro cuerpo, del cual nunca estamos conformes, pero eso si, a pesar de que estamos viendo como nos hacemos daño, no dejamos de comer lo que no debemos.  Entonces ¿Qué pasa si comemos tristeza, odio, rencor? ¿Dónde se va a reflejar?

La necedad nos hace enfermar:

“No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser.” Proverbios 3-7-8 (NVI)

Hay personas que sienten que tienen la verdad absoluta y se frustran y molestan en gran manera si alguien piensa lo contrarío y literalmente les enferma que no se haga o se piense como ellos dicen.

La amargura ocasiona insomnio:

“Pero ¿qué puedo decir? Él mismo me lo anunció, y así lo ha hecho. La amargura de mi alma me ha quitado el sueño.” Isaías 38:15 (NVI)

La tristeza lastima los huesos:

“La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando.”  Salmos 31:10 (NVI)

La Palabra misma nos dice que lo natural es el reflejo  de lo espiritual:

“El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu.” Proverbios 15:13 (NVI)

“se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual.” 1 Corintios 15:44 (NVI)

La única manera de sanar nuestra alma es escudriñar la Palabra de Dios, ya que ella nos dará conocimiento y entenderemos lo que nos pasa.

“Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo.” Proverbios 4:20-22 (NVI)

“Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos.” Salmos 139:23 (NVI)

Cuando nuestra alma esta sana, lo reflejamos, por ello debemos procurar alinear nuestra alma al corazón de Dios.

“Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.” Lucas 12:19 (NVI)

Pongamos en orden nuestra vida, pidamos perdón, perdonemos, olvidemos toda ofensa, dicen por ahí que el rencor es como tomar veneno esperando a que a la otra persona le haga efecto, cuando en realidad quienes nos estamos acabando somos nosotros mismos.

Seamos felices.  Recordemos que la vida es solo una y depende de nosotros como la queremos vivir.

Dios les bendiga grandemente.

Erika

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