«David era muy anciano cuando declaró a su hijo Salomón rey de Israel. Reunió a todos los jefes de Israel, y a los sacerdotes y levitas. Entonces contaron a los levitas que tenían más de treinta años, y resultó que eran en total treinta y ocho mil hombres. De éstos, veinticuatro mil estaban a cargo del trabajo del templo del Señor, seis mil eran oficiales y jueces, cuatro mil eran porteros, y los otros cuatro mil estaban encargados de alabar al Señor con los instrumentos musicales que David había ordenado hacer para ese propósito.»
Hoy en día es muy común encontrarse con hombres y mujeres que después de los treinta años han aumentado sus expectativas indebida y egoístamente, ya sea porque no encuentran pareja, ya sea porque profesionalmente no han logrado el éxito esperado, ya sea porque los de menor edad les parecen inmaduros, ya sea porque los mayores no entienden sus necesidades y anhelos. En fin, siempre hay algo que les resulta insuficiente e insatisfactorio a esa edad.
Conforme pasan los años se van afanando por una u otra cosa, pues según ellos el tiempo está pasando y el éxito esperado no llega, porque desafortunadamente los parámetros de éxito del mundo son muy diferentes a los que Dios ha establecido para sus hijos.
Hay quienes por haber llegado a determinada edad y sin casarse se sienten mal, y andan de pareja en pareja buscando quién les de el tan esperado “sí acepto” o buscando quien les haga la tan esperada pregunta de “te quieres casar conmigo”. No importa cómo sea la tan esperada pareja, no importa el tiempo que transcurra entre una y otra, lo importante es casarse ya!!!
Hay quienes se afanan en el trabajo porque el éxito profesional es lo que se espera en hombres y mujeres de esa edad, porque el éxito profesional es lo que te mide delante de los demás y muchas veces es el requisito para te acepten los demás.
Hay quienes por tener esa edad consideran totalmente obsoletos los consejos y sabiduría de papá y mamá, porque ya no están a la altura de los tiempos o porque ya no encajan en el nuevo estilo de vida que pretenden llevar.
No quiero dar a entender con todo esto que debemos llevar una vida mediocre y conformista en lo personal y en lo profesional, por supuesto que no. Nosotros como creyentes estamos conminados a ser esa luz del mundo y sal de la tierra, estamos conminados a vivir bendecidos sobreabundantemente, pues esa es promesa de Dios.
Pero lo más terrible de todo es que precisamente a esa edad la mayoría considera que no necesitan de Dios. Ese es el problema. Y en mucho de ello los responsables somos nosotros los padres. Pero eso no nos ocupa hoy.
Dios nuestro Señor nos conoce tan impresionantemente bien, claro, pues el nos creó, que en su Palabra nos da siempre una respuesta para todo.
De acuerdo con la Palabra de hoy nos podremos dar cuenta que los mayores a treinta años se encontraban sirviéndole a Dios. Así es, sirviéndole a Dios como levitas, quienes a su vez tenían diferentes tareas dentro del templo. Unos cuidando, otros alabando.
Con ello debemos aprender hoy que ya sea a los treinta años o más, o sea cual sea la edad que tengamos, necesariamente nuestro principal afán debe de ser agradar a Dios, nuestro principal afán es anteponer a Dios por sobre todas las cosas, nuestro principal afán debe ser nuestra relación personal con Dios. Lo demás, vendrá por añadidura y se acomodará en el orden que Dios quiere.
Que nuestra edad no nos orille a tomar decisiones adelantadas, que nuestra edad no nos orille a tomar decisiones precipitadas. Todo tiene su tiempo, todo tiene su orden.
Aquellos mayores de treinta años además de ocuparse en honrar a sus padres y hacer su trabajo en excelencia, deben buscar la manera de SERVIRLE A DIOS PARA SU OBRA Y REINO. Si!!!
Por algo Dios, a través de David, los escogió para ello!!!!
Dios les bendiga grandemente.
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