Honremos a mamá

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Efesios 6:1-2 (RVA)

“Hijos, obedeced en el Señor  a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa) para que te vaya bien y vivas largo tiempo sobre la tierra.”

Si bien es cierto que la Palabra de hoy se refiere a obediencia y honra para la madre y al padre, quisiera nos refiriéramos  únicamente a las mamás de todos nosotros.

El sentimiento de una mamá por un hijo no se puede reemplazar o comparar con nada, y es que todo ello está directamente ligado con la identidad y la naturaleza tan especial de la mujer.  Es por ello que una mujer que no pudo tener sus propios hijos, pero que los tiene por adopción, los ama de la misma manera como si lo fueran naturalmente.

Y qué decir de la mujer que, por la razón que sea, le ha tocado tomar la responsabilidad de criar sola a sus hijos, sin la ayuda de varón alguno, y que tuvo ese valor de enfrentar la vida sola por sus hijos o hijas, ya sea por ser madre soltera, viuda, divorciada, etc., y no se atemorizó ante ello porque la mujer es valiente por naturaleza.

Por tal razón es importante aprender a honrar a las madres por encima de cualquier situación. Dios le da trascendental importancia al hecho de que honremos a las madres, y este es el primer mandamiento con promesa, porque al ordenarnos honrarlas, si así lo hacemos, el Señor nos asegura que seremos de larga vida sobre la tierra y nos va a ir muy bien; porque es necesario lo uno y lo otro, porque una larga vida y sin bendición ¡qué caso tiene!

La obediencia para una madre es vital, porque todo lo que una madre demande de un hijo de acuerdo a la voluntad de Dios, siempre será de bendición para los hijos.

La mamá tiene la capacidad para discernir a los amigos y enemigos de sus hijos, discernir las intenciones de la gente que rodea a sus hijos, por eso es importante que aprendamos a escuchar con atención lo que ellas dicen, porque hay cosas que los hijos jamás vamos a entender, pero ellas sí.

La desobediencia es un terrible problema hoy en día entre los jóvenes. ¿Cómo esperamos que las personas que no aprendieron a obedecer a sus madres en casa, ahora obedezcan a una autoridad? Sea del gobierno, sea un maestro, etc., es imposible que un joven que nunca conoció la disciplina por parte de sus padres, reconozca y se someta a una autoridad fuera de su casa. Por todo ello es indispensable que si reconocemos que hemos fallado en la obediencia a nuestra mamá, aprovechemos para pedirle perdón a Dios y a ella.

El Señor Jesús fue ejemplo de todo lo que hemos leído hoy, porque ÉL en el último momento de su vida, cuando ya estaba casi para expirar en la cruz, a pesar de haber pasado por tanto tormento y ya casi extenuado, nunca se olvidó de su madre, y por esa razón la coloca bajo el cuidado del Juan y le expresa a éste que deberá estar pendiente de ella, honrarla y cuidarla como si fuese su propia madre; no la dejó desamparada, Jesús sabía que iba a la eternidad pero que en la tierra estaría pendiente su discípulo para suplir todo lo que ella pudiera necesitar.

Jesús honró a María su madre.  No veo por qué nosotros no podamos honrar a quienes nos dieron la vida, a quienes darían su propia vida por cada uno de nosotros. Hagámoslo, que no nos cuesta nada.

Dios les bendiga grandemente.

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