Hay un Padre en el cielo.

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Salmos 27:10 (NTV)

“Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me mantendrá cerca.”

Es un versículo muy corto, pero poderoso en gran manera.  Yo creo que habemos muchos que nos identificamos con este versículo.

¿Cuántos no hemos sufrido el abandono de papá o mamá por muchos y diferentes motivos?

¿Cuántos no hemos sufrido por el divorcio de nuestros padres, muerte?

O, inclusive,

¿Cuantos no hemos sufrido por no haber conocido a nuestros padres?

Son esos abandonos los que nos han lastimado y marcado y que sin lugar a dudas han hecho de nosotros lo que somos ahora.

Hace poco recordando a mi padre (que gracias a Dios está vivo, pero se alejó de nosotros su familia), en oración le decía al Señor que extrañaba a mi papá, que lo necesitaba; entonces, nuestro Dios de amor me recordó precisamente la Palabra de hoy.

¡Que hermoso Dios que suple cada necesidad en nuestra vida, el Señor es nuestro Padre!

Su Palabra nos enseña:

“Padre de los huérfanos, defensor de las viudas, este es Dios y su morada es santa.” (Salmos 68:5 NTV)

“El SEÑOR es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen.” (Salmos 103:13 NTV)

Así es, el Señor nos dice que es nuestro Padre y es amoroso y tierno con sus hijos, aquellos que hemos recibido a Jesucristo Su Hijo en nuestro corazón, como nuestro único y suficiente Salvador.

“El SEÑOR está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado.” (Salmos 34:18 NTV)

Indudablemente la figura de papá o mamá son de lo más importantes en la vida de un ser humano, es por ello que los que somos padres tenemos la responsabilidad delante de Dios de cuidar el corazón de nuestros hijos.   Nuestros padres tenían la responsabilidad de cuidar de nuestro corazón, pero para algunos no fue así, y hemos sido sumamente lastimados, dejando en nosotros una semilla de amargura, rebeldía, pero también con un  profundo hueco en nuestra vida que necesita ser llenado y eso solo lo puede llenar nuestro Dios. Nada, ni nadie más.

Debemos cercarnos a Aquel que es el amor en su máxima potencia, a Aquel que nos amó y nos ama como nadie nos podrá nunca amar, a Aquel que nunca nos va a fallar y abandonar. Debemos acercarnos a Jesucristo nuestro Señor.  Dejémonos amar, consolar y abrazar por ÉL, solo su amor suple toda necesidad y ausencia.

“Y él clamará a mí: “Tú eres mi Padre, mi Dios y la Roca de mi salvación”.” (Salmos 89:26 NTV)

“Y yo seré su Padre, y ustedes serán mis hijos e hijas, dice el SEÑOR Todopoderoso.” (2 Corintios 6:18 NTV)

Muchas cosas suceden en nuestra vida que nos han marcado, preguntémosle a Dios para qué nos permitió vivir eso que nos ha dañado, preguntémosle a Dios qué es lo que quiere de nosotros; dejemos que Dios nos sane y nos transforme para su gloria y honra.

Muchas de las situaciones que vivimos se convierten en experiencias, y estas en enseñanzas que podemos dar a otras personas y si nosotros podemos dar testimonio de lo que Dios ha hecho en nosotros indudablemente seremos muy bendecidos, al bendecir a otra persona contando lo maravilloso que Nuestro Padre Dios ha hecho en nosotros y así acercar a ÉL a más y más personas, para que sean salvos, libres y amados por nuestro Dios.

“Den gracias al SEÑOR y proclamen su grandeza; que todo el mundo sepa lo que él ha hecho.” (1 Crónicas 16:8 NTV)

Dios les bendiga grandemente.

Erika.

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