Juan 19:25-27 (RVA)
“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo a quien amaba, de pie junto a ella, dijo a su madre:
—Mujer, he ahí tu hijo.
Después dijo al discípulo:
—He ahí tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.”
Claramente la Palabra de hoy está dedicada a todas aquellas mamás que, como la de Jesús, siempre y en todo momento están al lado de sus hijos. Esta Palabra nos dice que la madre de Jesús estaba junto a la cruz en que su hijo moría.
Si comparamos los evangelios de Juan con los de Mateo y Marcos en este momento de la crucifixión de Jesús, parece claro que, aparte del propio Juan, eran cuatro las mujeres que estaban junto a la cruz de Jesús antes de que éste expirase: Su madre, la hermana de su madre (que no puede ser otra que Salomé, la madre de Juan y Santiago), la otra María (mujer de Cleofás) y María Magdalena.
Es impresionante leer y entender aquí el grande afecto que estas mujeres, mayormente su madre, sentían hacia Jesús; valientes, decididas a estar al pie de la cruz y compartir la vergüenza de Jesús mientras sus discípulos, excepto Juan, se ocultaban cobardemente, pues no se les menciona que estuvieren con ÉL ni de cerca ni de lejos.
Nada ni nadie pudo detener a estas mujeres. ¡Wow! Siempre las benditas mujeres poniendo el ejemplo y marcando la diferencia. Sin duda alguna Dios nuestro Señor hizo algo especial en las mujeres, al concederles ese importante e inigualable honor de ser madres.
Si nuestras madres, como la de Jesús, SIEMPRE están al pendiente de nosotros, no encuentro ninguna razón que impida celebrar SIEMPRE todos los días del año este 10 de mayo.
Hoy es día de alabar y honrar a nuestro Padre celestial. Aprovechemos y demos gracias a ÉL por la vida todas las mamás, las que estuvieron y las que están todavía con nosotros.
Dios les bendiga grandemente.
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