Todo está en la cruz.

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1 Corintios 1:18 (RV60)
«Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios»

Cuando Jesucristo fue sentenciado a muerte en la cruz, quienes le crucificaron pensaron que ejecutaban a un hombre que estaba trastornando sus tradiciones, pues nunca entendieron que la cruz estuvo en el plan de Dios desde el mismo principio del mundo.

A través de la muerte de Su Hijo en la cruz, Dios nuestro Señor trató con el pecado de cada cada uno de nosotros, con nuestro dolor y sufrimientos. Jesús murió en lugar de cada individuo en el mundo. El hecho de recibir personalmente lo que ÉL ha hecho en la cruz, trae la respuesta a todas nuestras necesidades.

No hay lugar a dudas que en el versículo que hoy nos ocupa Dios revela su poder a través de la cruz, además de que por medio de la cruz Dios demostró su amor por nosotros:

«Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8 RV60).

Es impresionante cómo Dios destruyó nuestros sufrimientos en la cruz:

«Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido» (Isaías 53:4 RV60).

Y sin lugar a dudas Jesús tomó el castigo de nuestros pecados sobre la cruz:

«Mas El fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros.» (Isaías 53:5-6 LBLA).

Debido a que Dios es santo y justo, el pecado nos separa de ÉL, por lo que nadie que tenga pecado en el corazón puede estar ante Su presencia. Así que Jesús no sólo sufrió por nuestros pecados al morir en la cruz en nuestro lugar, sino que también hizo posible que nosotros conociéramos a Dios personalmente y experimentásemos el amor, la paz y el gozo que produce el tener comunión con Dios, pues nunca olvidemos que venimos a ser aceptables ante Dios a través de la cruz:

«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él» (2 Corintios 5:21 RV60).

Todos quienes creemos en el Hijo de Dios y le recibimos como nuestro Señor y Salvador recibimos perdón a través de la cruz:

«Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz re-conciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades» (Efesios 2:13-16 RV60).

La muerte de Jesús sobre la cruz fue una gran victoria para nosotros, ya que Dios no sólo trató con el pecado en la cruz, sino que toda la miseria y sufrimiento que vienen como resultado del pecado fueron tratados en la cruz también. La cruz ganó la gran libertad que nosotros disfrutamos hoy.

La cruz es el lugar donde el amor de Dios y el justo juicio de Dios se encontraron. Su justo juicio demandaba la pena de muerte por el pecado; sin embargo, el amor de Dios satisfizo Sus propias demandas, y Jesús, Su Hijo, murió en nuestro lugar.

«Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por Él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación» (Romanos 5:8-11 RV60).

Pongamos toda nuestra confianza en lo que Dios hizo por nosotros cuando Jesús Su Hijo murió en la cruz. Creamos absolutamente que Jesús llevó el castigo por nuestros pecados. Recibamos el perdón que Dios nos está ofreciendo a través de Su precioso Hijo Jesucristo. Tomemos la decisión hoy y vivamos plenamente una relación personal con Dios y comprometámonos a compartir esta verdad con otras personas.

Dios les bendiga grandemente.

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