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Santiago 1:21 (NTV)

“Así que quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder para salvar su alma.”

Cuántos de nosotros hemos estado o estamos preocupados por bajar esos kilos de más? Cuántos buscamos desintoxicar nuestro organismo de todo aquello que comimos y que muy probablemente nos esté causando problemas.  Tomamos y hacemos lo que nos digan con tal de lograr el objetivo.

Es nuestro deber cuidar de nuestro cuerpo dado que es el templo de nuestro Señor.

“¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos,…” (1 Corintios 6:19 NTV)

Pero ¿qué pasa con nuestra alma, realmente ponemos el mismo interés y dedicación para cuidarla?

Así como la falta de ejercicio nos entumece y atrofia nuestras articulaciones y músculos, así estamos muchos de nosotros en nuestra vida, las circunstancias nos paralizan, nos entumecen nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu, y nos cuesta mucho trabajo orar, alabar y por consiguiente creer, pero necesitamos dar esos pasos de fe, necesitamos poner a ejercitar nuestro espíritu para que nuestra alma entre en el calor de la presencia de Dios y así sea desintoxicada de todo aquello que la ha venido afectando.

“Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella. Por lo tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan sus rodillas debilitadas. Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que los débiles y los cojos no caigan, sino que se fortalezcan.” (Hebreos 12:11-13 NTV)

Debemos hacer la dieta de alimentarnos cada día de la Palabra de Dios. El día que no nos alimentamos con la Palabra nuestra mente y corazón se llena de basura.

“»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. ¡Sí, yo soy el pan de vida!” (Juan 6:47-48 NTV)

“Jesús les respondió: —Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás.” (Juan 6:35 NTV

Así como cuidamos nuestro cuerpo para vernos bien, así cuidemos nuestra alma para vivir bien y saludables espiritualmente.

“Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios.” (Efesios 5:15 NTV)

Hoy te recomiendo algo para quitar ese exceso de peso en el alma, algo que nos va a limpiar, algo que nos va desintoxicar y va a fortalecer nuestro espíritu, tomemos cada día una buena porción de la Palabra de Dios y sumerjámonos en su presencia.

Demos oportunidad al mayor y más grande instructor del mundo -el Espíritu Santo- para que nos enseñe y nos guíe en las divinas rutinas del ejercicio matutino espiritual de la Palabra de Dios, y les aseguro que desde el primer día veremos el cambio en nuestras vidas.

Dios les bendiga y les fortalezca grandemente.

Erika

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