Solo se trata de fe.

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Gálatas 3:6-12

“Así Abraham creyó a Dios,  y le fue contado por justicia.  Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles,  dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.  De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.  Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,  pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley,  para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.”

Sin duda alguna, FE es la palabra más importante y más estudiada en la teología bíblica.  De hecho, la fe es lo que marca la diferencia entre los que creen, con respecto a los que no creen.

En el Antiguo Testamento la palabra fe solía usarse con referencia a la fidelidad de Dios, sobre todo su fidelidad en guardar el pacto con quienes le honran.  El sentido de la fe de los hombres se basa en una entera confianza en Dios, en una total dependencia a Dios.

En el Nuevo Testamento en el Libro de Hebreos 11:1 la fe se define como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.  También se nos muestra la fe como un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), se nos muestra la fe como un importante instrumento de defensa ante el enemigo (Efesios 6:16), se nos muestra la fe como una premisa ante Dios para que se agrade de nosotros y cumpla sus promesas (Hebreos 11:6).

La Palabra de Dios es sumamente clara al enseñarnos que todos los que somos nacidos de Dios venceremos al mundo y que precisamente nuestra fe es la victoria que venció al mundo (1 Juan 5:4).

Es por ello que existe una amplia relación entre la fe y las obras.  Sobre el particular el Apóstol Pablo y Santiago abundaron profundamente con respecto a ambos conceptos, ya sea mostrándonos lo que la fe de Abraham representó delante de Dios para que le fuera contado por justicia (Gálatas 3:612), o bien para hacer importantes comparaciones entre los significados de la fe y las obras (Santiago 2:21-24).

Pero sin duda alguna la persona de Jesucristo es el origen, propósito y fin de la fe de los hombres, ya que la fe no es una simple predisposición frente a lo que no se ve, de ninguna manera, la fe es una nueva forma de vida, la fe viva es una relación diaria y permanente con Dios a través de su Hijo Jesucristo.

La fe encierra toda la vida nueva de los creyentes, para obedecer los nuevos fundamentos de conducta y obediencia que le agradan a Dios.

La fe es la virtud específica de mantener contacto con Jesús, la fe precisamente nos acerca a Jesús.

La fe en Jesús nos hace hijos delante de Dios (Gálatas 3:26).

La fe de Jesucristo trae sanidad a nuestras vidas (Mateo 9:20-21).

La fe va más allá de un simple acto de creer (Santiago 2:19), la fe es participar de manera activa en la vida de Jesús (1 Juan 2:6).

La fe es el resultado del impacto de la gracia de Dios en nuestras vidas.  Se funda en el amor de Dios, el cual es el punto de partida para el desarrollo de nuestras vidas y su interacción con los demás.

Más que una decisión momentánea, la fe es un clima espiritual, un modo nuevo de vivir.

La fe se vincula siempre con la Gracia de Jesús.   El mensaje de la cruz  no tiene requisitos de santidad, conocimiento, buenas obras, etc. No son los poderosos ni los sabios los que se salvan, sino los que tienen fe.

Jesús es el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2) y obra fe en nosotros por su Espíritu Santo, quien nos vivifica a nosotros para hacernos justos por nuestra fe. Esto es, que ya no andamos conforme a la carne sino conforme al Espíritu, pues fuimos hechos nuevas criaturas por medio de Jesucristo.

Recordemos algo muy importante: la fe es indispensable para la justificación, es decir, para hacernos justos delante de Dios.  Cristo, al ser inmolado en la cruz trajo la salvación de la humanidad, la salvación de todos nosotros, por lo que tal acontecimiento no debe pasar por desapercibido por nosotros.

Por último, quisiera se llevaran en su corazón lo siguiente:

Dios espera una respuesta por parte de nosotros por el acto más grande de amor que ÉL hizo al haber sacrificado a Su Hijo, y nuestra fe es precisamente esa respuesta. 

Dios les bendiga abundantemente.

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