Redimidos en Cristo

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Juan 8:1-12 (RV60)
«Más Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo vino a él; y sentándose, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú , pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los últimos; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están aquellos que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces le dijo Jesús: Tampoco yo te condeno; vete, y no peques ya más. Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, de ningún modo andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»

Como seguidores de Cristo es muy importante conocer cuál es el verdadero significado del sacrificio de Jesús, porque muchos de nosotros desconocemos el alcance de tan hermoso acto de amor y de salvación para la humanidad, y para ello es importante conocer algunos aspectos al respecto:

– Jesús nos dio redención eterna. No hay nadie en este mundo que no pueda ser redimido si confía en Jesús como su Salvador. ÉL nos redimió a todos nosotros. Si hay un pecador que sufre con sus pecados, esto se debe a que él no entiende cómo Jesús ha enterrado todos los pecados con Su bautismo.

Todos nosotros debemos saber y confiar en el secreto de la salvación. Jesús ha quitado todos nuestros pecados con Su bautismo, y ÉL ha soportado el juicio por nuestros pecados y ÉL murió en la Cruz por nosotros.

Debemos confiar en la salvación por agua y el Espíritu, la redención eterna de todos los pecados. Debemos confiar en Su gran amor que nos ha hecho personas justas. Confiemos en lo que ÉL hizo por nuestra salvación en el río Jordán y en la Cruz.

– Jesús conoce todos nuestros pecados escondidos. Algunos tenemos una concepción errónea sobre los pecados. Pensamos que algunos pecados no pueden ser redimidos. Jesús ha redimido todos los pecados. No hay ningún pecado en el mundo que ÉL haya dejado a un lado. Jesús ha redimido todos los pecados en este mundo, por consiguiente ya no hay pecadores. ¿Conoce usted el evangelio que redimió todos sus pecados, aun sus pecados del futuro? Confíe en esto y va a ser salvo. Y vuelva a la gloria de Dios.

Los versículos de hoy hablan de una mujer que se encontró en el acto de adulterio. Y vemos cómo ella fue salvada por Jesús.

La mujer que fue descubierta en el acto fue un ser humano como el resto de nosotros y ella recibió la gracia de Dios como nosotros fuimos redimidos. Pero los fariseos hipócritas la señalan con sus dedos a ella como si fueran jueces y estaban a punto de tirarle piedras. Ellos estaban a punto de juzgarla como si ellos fueran puros, como si no hubieran cometido un pecado.

Como cristianos, los que nos consideramos a nosotros mismos como pecadores, no juzgamos a otros ante Dios. Más bien, como sabemos que hemos pecado toda la vida, recibimos la gracia de Dios que nos ha redimido a todos nosotros.

¿Quienes reciben Su gracia entre los que viven puramente sin cometer adulterio y las personas indignas? Las personas que lo hacen van a recibir la gracia abundante de Su redención. Los que no pueden ayudarse a sí mismos, los que son débiles e impotentes reciben redención. Ellos son los que están en Su gracia.

Los que piensan que ellos están sin pecados no pueden ser redimidos. ¿Cómo pueden recibir la gracia de Su redención cuando no hay nada que redimir? ¡Según ellos verdad!

Los fariseos se presentaron con una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La pusieron en medio de todos y preguntaron a Jesús:

«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. ¿Tú, pues, qué dices?»

¿Por qué le trajeron a la mujer ante ÉL y le pusieron a prueba?

Ellos mismos habían cometido adulterio también muchas veces, pero ellos estaban tratando de juzgarla y matarla a través de Jesús y tratando de echar la culpa sobre ÉL.

Jesús sabía qué había en su corazón y conocía todo de la mujer. Entonces ÉL dijo,

«El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.»

Entonces los fariseos, al oír esto se marcharon uno tras otro, comenzando por los más viejos, y dejaron sólo a Jesús con la mujer.

Los que salieron fueron los fariseos, los líderes religiosos. Ellos estaban a punto de juzgar a la mujer que había sido sorprendida en el acto como si ellos mismos no fueran pecadores.

-Jesús proclamó Su amor en este mundo. ÉL es el anfitrión del amor. Jesús dio a las personas comida, revivió a los muertos, dio vida al hijo de una viuda, revivió a Lázaro, curó a los leprosos e hizo milagros para los pobres. Después, le quitó todos los pecados a todos los pecadores y les dio la salvación.

Jesús nos ama. Él es el todopoderoso que puede hacerlo todo, pero los fariseos le consideraron como su enemigo. Por eso le trajeron a la mujer ante ÉL y le pusieron a prueba.

Ellos preguntaron:

«Maestro, en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?»

Ellos pensaron que ÉL les ordenaría apedrearla. Pero no. Todos sabemos que la paga del pecado es la muerte. Pero Jesús no les ordenó apedrearla sino más bien dijo:

«El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.»

Esto nos enseña que debemos recibir primeramente la gracia de Dios para ser redimidos. Los fariseos que no supieron la verdad de Su Ley pensaron que ellos podían apedrear a la mujer. ¿Quién podría tirarle piedras a esa mujer? Simple y sencillamente, aunque ella fue sorprendida en el acto, nadie en el mundo le podría tirar piedras.

Si esa mujer y cada uno de nosotros somos juzgados de acuerdo con la Ley, nosotros, así como la mujer, vamos a recibir un juicio terrible. Pero Jesús nos salvó a nosotros de nuestros pecados y del juicio justo porque somos pecadores.

Los fariseos conocieron la ley sólo como está escrita. Si la Ley fuera aplicada correctamente, ésta les mataría a ellos mismos. De hecho, la Ley de Dios fue dada a las personas para que entendieran sus pecados, pero desgraciadamente la entendieron y aplicaron mal.

Los fariseos de estos días, así como los fariseos de la Biblia, sólo conocen la Ley como está escrita. Sin embargo, para ser salvos, ellos deben entender la gracia, la justicia y la verdad de Dios, así como aprender el evangelio para poder ser redimidos.

Los fariseos dijeron:

«En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?»

Si Jesús hubiera juzgado de acuerdo con la Ley, ÉL habría sido apedreado por ellos, porque su propósito era apedrear a ambos; en otras palabras, si Jesús les hubiera ordenado no apedrear a la mujer, ellos habrían dicho que Jesús desdeñó la ley de Dios y le habrían apedreado por blasfemia.

Si Jesús nos hubiera hecho tal pregunta a nostros respecto de tirar la piedar el que no tuviera pecados ¿Qué habríamos hecho?

Nadie puede engañar a Dios. No hay nadie que no haya pecado en su corazón y que no haya cometido adulterio en su corazón. Todos somos pecadores y todos somos imperfectos.

Los que no han aceptado la redención de Jesús en su corazón no pueden evitar el morir por sus pecados. Ellos no creen. Ellos le tienen miedo a Dios, tienen miedo ante Dios y a las personas debido a sus pecados. Pero en el momento que aceptan en su corazón el Evangelio de la redención por agua y el Espíritu, todos los pecados son limpiados. Ellos son redimidos de todos sus pecados.

Recordemos que los nombres de los que confían en la redención por agua y el Espíritu son registrados en el Libro de la Vida en el cielo y ellos entrarán al cielo. Ellos entrarán al cielo, no porque no hayan pecado en este mundo, sino porque ellos han sido redimidos de todos sus pecados por confiar en la redención por agua y el Espíritu. Esta es la ley de la fe. (Romanos 3:27)

Recordemos que debemos ser sinceros con nosotros mismos y reconocer que no hay nadie que no tenga pecados, y que el sacrificio de Jesucristo nuestro Señor es suficiente para ser redimidos, reconociendo que nuestros nombres han sido registrados en el Libro de la Vida.

Recordemos que el ser aceptados en el cielo depende de si estamos confiados en recibir la gracia de Dios, pero ello depende de haber aceptado la salvación de Jesús.

Dios les bendiga grandemente.

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