Limpios de espíritu (segunda parte)

>

Samuel 22:33-34 (RVA)

“Dios es el que me ciñe de vigor, y hace perfecto mi camino. Hace que mis pies sean ágiles como los del venado, y me mantiene firme sobre mis alturas.”

Ya hablábamos de no permitir contaminar nuestro espíritu. Cada uno escogemos si vamos a tener “agua pura” en nuestra vida y si vamos a darle a la gente que nos rodea de esa agua. Debemos estar ciertos que nuestra vida fue creada sólo para tener de esa calidad de agua, pues así fuimos diseñados por Dios. Cuando decidimos cuidar nuestro espíritu, Dios decide revertir todo lo que nos fue en contra, ahora a nuestro favor. Cuando mantenemos un espíritu puro, lleno de fe, amor, confianza, gozo, alegría y paz, lo que el enemigo ha levantado contra nosotros, el Señor lo va a revertir a nuestro favor. Toda situación difícil que se presente en nuestra vida, Dios la va a revertir a nuestro favor si tenemos una actitud correcta, porque Dios es siempre nuestra fortaleza.

Dios promete darnos lluvia temprana y lluvia tardía. Si declaramos el derramamiento de su Santo Espíritu en nuestra vida, seguramente nuestra siembra será fructífera, porque cuando decidimos estar reservados para las alturas, significa que nunca más nos rebajaremos al abismo de la amargura, la tristeza o la forma negativa de ser y hablar.

La Palabra advierte que comeremos del fruto de nuestra boca (Proverbios 12:13), es decir, lo que hablemos será lo que comeremos y esa es la razón por la cual debemos siempre tener palabras de bendición para nosotros mismos, nuestra familia, el trabajo, los estudios, los negocios, etc.

Es importante tener en cuenta con qué tipo de personas nos vamos a relacionar, y poder discernir quiénes vienen de parte de Dios y quiénes no. Quien venga de parte de Dios será gente llena de gozo y paz.

El rey David mantuvo un espíritu puro, y siempre tuvo un corazón para Dios. Debemos tener en cuenta qué cosas son las que se identifican con Dios y cuáles no, y rechazar siempre lo que no procede de ÉL, como el odio, la amargura y todo aquello que sabemos bien que es negativo.

“Cuando el SEÑOR trajo a los desterrados de regreso a Jerusalén, ¡fue como un sueño! Nos llenamos de risa y cantamos de alegría. Y las otras naciones dijeron: «Cuántas maravillas ha hecho el SEÑOR por ellos». ¡Así es, el SEÑOR ha hecho maravillas por nosotros! ¡Qué alegría!” (Salmos 126:1–3 NTV)

En este Salmo 126:1-3 hay un principio que nos enseña que la alegría es el acto profético más poderoso para nuestra próxima victoria. Un espíritu puro siempre estará lleno de gozo, paz y tendrá alegría permanente, pues esto acorta la distancia entre el tiempo de espera y el tiempo de cuando nos llegue la bendición.

No permitamos que actitudes, palabras o pensamientos inferiores, contaminen nuestro espíritu y nos resten fuerza. Descontaminemos nuestro espíritu y llenémonos sólo de Dios y de Su dulce presencia.

Oremos porque los pensamientos de temor, de incapacidad, de negativismo, de enojo, de frustración, de inmoralidad, de amargura se vayan hoy de nuestra vida y sólo nos llenaremos del espíritu de gozo, de amor, de paz que viene de parte del Espíritu Santo de Dios.

Esa es la razón por la cual debemos mirarnos como Dios nos ve; es decir, como personas prósperas, y para ello debemos tener una actitud de alegría en medio de las circunstancias más difíciles, además alimentarnos cada día con el Espíritu Santo, porque es la única forma de estar siempre reservados para las alturas.

Dios les bendiga abundantemente.

Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.