Creando ídolos (Tercera Parte)

>

Salmos 115:1-4 (NTV)

“No a nosotros, oh SEÑOR, no a nosotros sino a tu nombre le corresponde toda la gloria, por tu amor inagotable y tu fidelidad.
¿Por qué dejar que las naciones digan: «Dónde está el Dios de Israel»?
Nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place.  Los ídolos de ellos no son más que objetos de plata y oro; manos humanas les dieron forma.”

Explicábamos el día de ayer que comúnmente nos desviamos IDOLATRANDO a otras personas o cosas y leíamos algunos comunes ejemplos de lo que “DECIMOS” o “HACEMOS” con respecto a nuestros hijos, amigos, casa, auto, trabajo, enfermedades, pobreza, dinero e iglesia.

Pues bien, existe también OTRA ESPECIE DE IDOLATRÍA que tiene que ver con NOSOTROS MISMOS, con lo que sabemos o creemos saber, con lo que hemos hecho o creemos haber hecho, es decir, tiene que ver con nuestras capacidades personales, y comúnmente denominada EGOLATRÍA.

Veamos algunos sinónimos de Egolatría: pedantería, vanidad, petulancia, presunción, envanecimiento, soberbia, orgullo, egoísmo.

Este tipo de idolatría:

• Nos hace subestimar a los demás (padres, hijos, jefe, empleados, colaboradores, etc.).

• Nos hace sabios en nuestra propia opinión.

• Nos hace creer que nadie reconoce nuestra amplia capacidad y experiencia en determinada cosa o tema.

• Nos hace sentir que le estamos haciendo un favor al jefe o al maestro o al amigo o al Pastor, inclusive.

Pues es más sorprendente cuando esa sobrada capacidad o conocimiento que creemos tener NOS HACE TOMAR ROLES QUE NO NOS CORRESPONDEN, o lo que regularmente también sucede es que SE TRADUCE EN UN SENTIMIENTO DE FALTA DE RECONOCIMIENTO HACÍA NOSOTROS, nos sentimos INCOMPRENDIDOS O DESAPROVECHADOS.

Pero qué pasa cuando esa sobrada capacidad que creemos tener recae en aspectos espirituales.  ¡Cuidado! Porque se traduce en algo a lo que yo he denominado SOBERBIA ESPIRITUAL.

¿QUÉ NOS HACE CAER EN ELLO?

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.  El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.  Cuando habla mentira,  de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:44 RV60)

Como podemos ver, el enemigo NOS QUIERE HACER CAER EN EL ENGAÑO una y otra vez.  El enemigo es EL REY DE LA PERSISTENCIA cuando ve en alguno de nosotros DEBILIDAD.  Entonces insiste e insiste hasta hacernos CAER.

Hacernos caer significa CREERLE AL ENEMIGO TODO LO QUE NOS DICE o TOMAR lo que pone delante de nosotros para perjudicarnos.  AL CREER TODO O TOMAR TODO lo que viene del enemigo, FORTALECEMOS SU POSICIÓN DELANTE DE NOSOTROS, lo que hace que nos alejemos de la presencia de Dios, lo que hace que nos desviemos del propósito que tiene Dios para nosotros.  En conclusión, CAEMOS EN IDOLATRÍA.

El Señor me ha mostrado que SON TIEMPOS DE BUSCAR HACIA DENTRO DE NOSOTROS MISMOS, para darnos cuenta de qué estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo, para darnos cuenta SI HAY CONGRUENCIA ENTRE LO QUE DICE SU PALABRA Y NUESTRAS OBRAS.

NO PODEMOS HACER DE JESÚS UN ÍDOLO porque JESÚS ESTÁ VIVO, porque JESÚS ES LA VERDAD, pero desgraciadamente con nuestra forma de actuar y pensar nos hace parecer que lo vemos solo por “encimita”, nos hace verlo como algo inanimado, como algo inalcanzable, como una “Religión”.

Imaginen ustedes QUÉ LE DAMOS A PENSAR a la gente que NO CONOCE DE JESÚS y que nos ve actuando mal. Simple y sencillamente nos tiran de “fanáticos y religiosos” porque  no ven seriedad en nuestras palabras cuando les hablamos de ÉL; no creen que Jesús sea realmente lo que dice la Biblia porque simple y sencillamente nosotros no hemos permitido ser transformados por ÉL, no hemos creado esa intimidad transformadora con ÉL.

A pesar de los años que llevamos en el Señor y en el conocimiento de su Palabra, la realidad es que NOS NEGAMOS A VER AL JESÚS VIVO, al JESÚS QUE DA VIDA, AL JESÚS QUE TRANSFORMA, y desgraciadamente seguimos siendo como los que no le conocen: mentimos, criticamos, dañamos, evadimos nuestras responsabilidades como padres, como hijos, como esposos, etc.

Si realmente ESTUVIÉRAMOS CONSCIENTES de que Jesús está vivo y que ÉL escucha y ve todo lo que hablamos y hacemos, ENTONCES DEJARÍAMOS DE HACERLO, pero como NO LO VEMOS, seguimos en lo mismo.

Veámoslo de esta manera: qué pasa cuando ofendemos a alguien o sabemos que somos responsables de lo que le hicimos a esa persona, o cuando alguien se da cuenta de lo que le hicimos a esa persona;  la verdad, NO QUEREMOS NI VER a quien ofendimos ni ver a quien vio lo que hicimos.  ¿O no?  Evitamos a toda costa no encontrarnos con cualquiera de ellas.

Así pasa con nuestro Señor Jesucristo.

O nos alejamos de él enfriándonos en nuestro caminar espiritual o de plano no nos importa andar en el error porque Jesús no representa nada en nuestra vida, es decir, para nosotros es un ser inanimado que no ve y que no habla porque no lo vemos; entonces, qué problema hay con ello.

Continuará…

Dios les bendiga grandemente.

 

Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.