A su imagen y semejanza.

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Génesis 1: 27-28
(NTV)

“Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó. Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella.“

Como familias seguidoras de Cristo tenemos que marcar la diferencia; debemos llevar a nuestras familias a que oigan, crean y obedezcan la voz de Dios. Buscar nuestra identidad de hijos. Necesitamos reaccionar de forma categórica porque Dios quiere bendecir a la familia abundantemente, por eso debemos erradicar de todas nuestras generaciones toda maldición; debemos acudir siempre con Dios por nuestra familia y todas nuestras generaciones, de esa manera, vendrá la abundancia porque para eso vino nuestro Señor Jesús.

Cuando uno decide ser distinto a todo lo que el mundo dice –identidad de hijos de Dios–, no le vamos a agradar a la gente y nos van a criticar, porque no participamos de lo que ofrece el mundo, porque es de valientes perseverar y agradar a Dios al costo que sea, sin importar cuánto nos critiquen. Nuestros hijos necesitan ver un padre y una madre fieles a Dios. Debemos poner a nuestra familia en el orden de Dios porque no se trata solamente de orar y asistir a las reuniones dominicales, sino hacer todo conforme el orden de Dios, por ello, si queremos marcar la diferencia debemos comenzar por nuestra familia, porque si esto ocurre realmente estaremos formando unos muros de contención alrededor de ella, trayendo como resultado bendiciones a cada uno de sus miembros.

La bendición se establece cuando una familia determina consagrarse para Dios, es decir, aquella familia que marca la diferencia y establece distancia de aquello que no agrada a Dios, y por tanto no permite que entre a su casa lo inmundo y pecaminoso. Cuando determinamos que en nuestra vida vamos a honrar a Dios con todo el corazón y con todas nuestras fuerzas, entonces ocurre que la bendición que Dios otorga va a alcanzar a toda nuestra familia, porque la promesa que Dios le dio a Abraham sigue sobre nosotros:

“en ti serán benditas todas las familias de la tierra”.

Hoy en el Nombre de Cristo Jesús ha erradicado toda maldición de nuestras familias, porque es promesa de Dios que serán benditas nuestras familias por todas sus generaciones; familias saludables y bien establecidas.

Cuando lo primero que buscamos es agradar a Dios, nos daremos cuenta que lo material no nos podrá manipular más, razón por la cual empezamos a desarrollar un poderoso dominio propio, lo cual ya no nos dejará llevar por la corriente de este mundo.

“El carcelero pidió una luz y corrió al calabozo y cayó temblando ante Pablo y Silas. Después los sacó y les preguntó:
—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Ellos le contestaron:
—Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.” (Hechos 16:29-31 NTV).

Cuántas veces encontramos personas que pareciéramos no estar dispuestas para las cosas de Dios, pero sí queremos que el Señor este dispuesto para nuestras cosas. Hoy Habemos tantos creyentes que basamos nuestra fe en emociones y que no somos bendecidos, porque Dios demanda mucho más que emociones, ÉL no es un Dios de emociones, ÉL es un Dios que busca convicción y fe en las personas.

Es importante que como hombres cabeza de familia ejerzamos nuestra autoridad para estar en las cosas de Dios, para que toda nuestra familia participe. La falta de autoridad en casa, está llevando a nuestras generaciones a amar más la televisión, que ir a buscar al Señor. Lo peligroso es que cuando nos volvemos adictos al mundo, es muy complicado salir de allí.

La salvación tiene mucho que ver con nuestra identidad, por lo que si creemos que nos hemos distanciado del Señor, eso quiere decir que hemos ido perdiendo esa identidad –imagen y semejanza de Dios en nosotros¬–. Quizás ahora nuestra identidad está más en los amigos o en el trabajo o en la escuela, etc., pero si Jesús nos está dando esta Palabra hoy, el Señor nos quiere decir que quiere restaurarnos y volver a colocar en nosotros Su identidad. Debemos ser conscientes de que todo lo que hagamos o dejemos de hacer va a afectar a toda nuestra familia Debemos guardar nuestra identidad con Jesús. Siempre que vayamos a hacer algo, preguntémonos: ¿Esto me identifica con Jesús?

El servirle a Dios es otra muestra de nuestra identidad con ÉL. Hoy día nuestra falsa identidad nos lleva a tener una gran cantidad de “exitomanía”, algunos creemos que por servirle al Señor entonces todos van a tener una buena opinión de nosotros, pero no es así. No obstante ello, ojo, no debemos dejar de servirle al Señor sólo para que no digan nada de nosotros, tampoco se trata de eso.

Recordemos que Josué fue determinante y les advirtió que ellos hicieran lo que quisieran, pero lo que era él y su casa, solamente a Dios servirían. Uno tiene que ser determinante con el sentimentalismo, con el emocionalismo, con nuestra carnalidad y con nuestra fragilidad y pararnos firmes en el Nombre de Jesús. El servicio es un tema de perseverancia. Las familias perdemos privilegios por la falta de perseverancia. Nosotros hemos sido llamados por Dios para transformar nuestra vida, y poder ser parte de la familia de ÉL; Dios no nos ha llamado a una religión, sino para que le pertenezcamos y nos encontremos con el Señor por siempre.

El verdadero corazón que dice amar a Dios se prueba en la adversidad, cuando nos calumnian, cuando son injustos con nosotros; se prueba en medio de la deuda, de la enfermedad, de la soledad y el abandono de otros. Dios va a probar nuestro corazón en todas esas circunstancias.

No podemos olvidar que los Mandamientos de Dios van a ser probados en nosotros –Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas, con todo tu corazón–, y ÉL nos va a probar como el oro, es decir con fuego. Así que si reprobamos el examen hoy es el día para recuperar el llamado de Dios, no para un día, o dos, sino por la eternidad y hoy es el día de volver a servirle a Dios.

Servir a Dios demanda perseverar, unos comenzamos la vida cristiana, empezamos a servir y de repente ya no queremos volver; recordemos que la Palabra advierte que “el que persevera hasta el fin, ese será salvo”.

La identidad de Dios nos lleva invariablemente a conquistar cosas y Nehemías fue un hombre que siempre lo entendió así. Nehemías tenía una instrucción de parte de Dios y levantó la casa del Señor con sus hermanos, y tuvo que guerrear contra aquellos que se levantaron en su contra (Tobías y los suyos). Debemos pelear por nuestra familia y siempre conquistaremos la victoria cuando la hagamos con la identidad de Dios.

Sin lugar a duda los tiempos actuales son malos y difíciles para conservar la unión familiar; por ello debemos tomar distancia respecto del pecado y buscar a Dios nuestro Señor por sobre todas las cosas.

¿Cómo?

Orando. Buscando esa intimidad con Dios.

Quizás podemos decir que no sabemos orar, pero debemos echar fuera toda ruina espiritual de nuestra vida; debemos movernos a buscar y poder hablar con nuestro Padre Celestial, eso es orar; creer que no lo podemos hacer es un engaño del enemigo que quiere que perdamos esa identidad que Dios Padre nos dio a través de Jesucristo su Hijo, simplemente dispongámonos para el Señor y hablemos con ÉL.

Dios les bendiga grandemente.

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