Lucas 11:9-10 (NVI)
“Así que yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.”
El versículo de hoy es claro: demanda de nosotros determinadas acciones para entonces así encontrar el favor de Dios.
Necesitamos provocar que esa red que tiene las promesas detenidas sea rota.
¿Y cómo es eso?
Buscando en la Palabra y conociendo lo que Dios quiere que hagamos; o sea: OBEDIENCIA.
“Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos.”
Santiago 5:18 (NVI)
Habemos muchas personas que queremos la bendición, pero no buscamos al Dador de la bendición. Todo lo queremos fácil y sin esfuerzos. Si pensamos que recibiremos algún bien o bendición lejos de Dios, estamos muy equivocados.
Me recuerda a mis hijos cuando quieren algo. Con gran insistencia están detrás de nosotros hasta que consiguen lo que quieren, y ver su cara de felicidad es nuestra recompensa. Así imagino a Dios, con tanto amor hacia nosotros sus hijos, y como nuestro Padre le gusta que le pidamos.
“Supongamos —continuó— que uno de ustedes tiene un amigo, y a medianoche va y le dice: “Amigo, préstame tres panes, pues se me ha presentado un amigo recién llegado de viaje, y no tengo nada que ofrecerle.” Y el que está adentro le contesta: “No me molestes. Ya está cerrada la puerta, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada.” Les digo que, aunque no se levante a darle pan por ser amigo suyo, sí se levantará por su impertinencia y le dará cuanto necesite.”
Lucas 11:5 (NVI)
A Dios le gusta que le busquemos. Es nuestro Padre de eterno amor. Seamos tan impertinentes como este amigo y tan insistentes como nuestros hijos, no nos cansemos de pedirle a papá Dios. Tal vez no veamos la respuesta tan pronto como nosotros deseamos, no importa la hora, Dios siempre esta atento a nuestra suplica, no necesitamos intermediarios, tenemos la total libertad para acercarnos al trono de su gracia.
“…mientras vivió Zacarías, quien lo instruyó en el temor de Dios, se empeñó en buscar al Señor. Mientras Uzías buscó a Dios, Dios le dio prosperidad.”
2 Crónicas 26:5 (NVI)
Busquemos a nuestro Dios como lo hacia el rey David. ¡No desmayemos!
“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente.
Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria.
Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha
como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche.
A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda.
Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.”
Salmo 63:1-8(NVI)
¡Dios es bueno!
Erika
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