¡Que nadie se gloríe!

>

«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8-9 RV60).

La definición más común de la palabra «gracia» es «el favor inmerecido de Dios hacia los hombres». En otras palabras, aun cuando éramos pecadores, merecedores de juicio, Dios nos contempló con su amor y nos perdonó. Sin embargo, esto es sólo la mitad de su significado, porque “gracia” también significa «el poder capacitador de Dios».

La gracia de Jesús no sólo nos hace aceptos como hijos de Dios, sino que también nos provee el poder que necesitamos para vivir la vida cristiana.

Existen en las Escrituras dos poderosas Palabras que explican las dos definiciones de la gracia de Dios que mencionamos arriba:

“El don inmerecido de Dios”:

Como dice la Palabra de hoy, la gracia de Dios es la que nos hace salvos a través de nuestra fe, y ello es don de Dios, no cualidad del hombre.

Con nuestra salvación a través de Jesucristo es expresado el favor inmerecido de Dios, por el cual recibimos perdón y la restauración de la comunión con ÉL, aun cuando no seamos merecedores de ello.

“El poder capacitador de Dios”:

«…en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.» (Efesios 1:4-6 RV60).

«Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos» (Hechos 4:33 RV60).

Además de ser ese don inmerecido, la “gracia” es el poder capacitador de Dios mediante el cual podemos ser transformados.

No podemos olvidar que este principio de la gracia existe a través de todo nuestro caminar con Dios, pues precisamente, en cada área de nuestra vida, es la gracia de Dios la que nos hace creer y estar firmes como creyentes.

Esta fuerza operante de la gracia fue revelada en las vidas de hombres y mujeres a través de la Palabra de Dios. Es impresionante leer en la Biblia que todos esos héroes de la fe comenzaron su vocación con Dios, conscientes de su propias debilidades e incapacidades, y fue únicamente a través de ellos, al permitir que la gracia de Dios actuara en Su poder capacitador, que pudieron llegar a ser la clase de siervos que Dios quería que fueran y, de esa manera, poder cumplir el plan y propósito que ÉL tenía trazado ya para sus vidas.

En nuestra relación con Dios, a medida que caminamos con ÉL día con día, nos encontramos con situaciones que constantemente tratan de agobiarnos. Sin embargo, nuestro compromiso y nuestra respuesta a Dios es confiar en Su Palabra, expresando nuestra confianza a través de nuestra obediencia. Lo anterior viene a establecer una verdad absoluta en nuestras vidas, en el sentido de que nosotros creemos lo que dice la Palabra de Dios a pesar de lo que las circunstancias puedan indicarnos.

La respuesta de Dios a nuestra fe es Su gracia, la cual hace que obtengamos la victoria en cada situación o reto que se presente en nuestras vidas.

Decidamos hoy recibir la gracia de Dios, decidamos hoy recibir ese don inmerecido de Dios, decidamos hoy recibir el poder capacitador de Dios, en cada área de debilidad que estemos enfrentando en este momento en nuestra vida, porque con Cristo somos más que vencedores.

Dios les bendiga grandemente.

Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.