“Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Sin temor a equivocarme puedo afirmar que el máximo modelo de prosperidad es Jesucristo, y no me refiero al tema material o económico. Al hablar de prosperidad me refiero a que llegar a conocer a Jesucristo y hacer de ÉL nuestro Señor significa saber con exactitud cuál es nuestra misión en la vida y cumplirla cabalmente, conforme a la voluntad y la guía de Dios.
Desafortunadamente, muchas personas mueren sin identificar su misión, porque tuvieron una vida que giró alrededor de su persona, de sus cualidades y de sus actos, aspectos los cuales de ninguna manera ayudan a conocerla o encontrarla, porque la única forma de hacerlo es a través de Jesucristo.
Cuando decidimos seguir a Dios y hacer todo conforme a Su voluntad –la cual la mayoría de las veces no es conforme a la nuestra-, nosotros vamos a prosperar sobrenaturalmente. Jesús dedicó toda su vida sólo a cumplir la misión que Dios le había encomendado, su enfoque era siempre hacer la voluntad del Padre y el resultado fue asombroso, pudo entonces completar todo y realizar la tarea encomendada. Dios Padre siempre respaldó en todo a Su Hijo Jesús y por su obediencia le revistió de poder y lo equipó con unas características impresionantes, las mismas que hoy están disponibles también para nosotros.
Dios nuestro Señor revistió de gran autoridad a Jesús. No existe en el mundo una ley más inquebrantable como la muerte. Como lo lee. No hay ley más fuerte que la muerte; sin embargo, Jesús la venció, y al hacerlo Su Nombre tomo lugar sobre todo nombre. Con su muerte Jesús tomó el mando de las leyes de la tierra y de los cielos, para entregárnoslas a nosotros desde el mismo momento que decidimos seguirle, desde el momento que decidimos obedecerle en todo y desde el momento en que comenzamos a compartir Su Palabra, con la promesa también inquebrantable de que Jesús nos respaldará con autoridad.
“Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas. Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán.” (Marcos 16: 16-17. NTV)
No tengamos miedo al enemigo y sus demonios, pues en el Nombre de Jesús nosotros somos más poderosos que ellos. Demonio es toda aquella manifestación que va en contra de Dios (la mentira, el engaño, la codicia, la infidelidad, etc.) y nosotros tenemos toda autoridad sobre todo tipo de demonios.
Estemos seguros de lo que somos ahora y que tenemos a Cristo en nuestro corazón, pues a Dios no le importa que clase de persona éramos, si no lo que seremos desde el preciso momento en que iniciamos una relación personal con ÉL a través de Su Hijo Jesucristo
Cuando oramos vencemos, cuando oramos la victoria llega a nuestra vida y hallamos respuestas. Nunca dejemos de orar, por difícil que sean las circunstancias, nunca dejemos de hacerlo.
Para poder ejercer autoridad del cielo debemos orar todos los días y establecer una comunión completa con Dios.
Busquemos a Dios cada mañana, levantémonos muy temprano a buscar de su Presencia para tener con Él esa intimidad y entrega, porque el sólo hecho de llenarnos de ÉL, va a colmar nuestra vida con el Poder maravilloso del Espíritu de Dios.
Las bendiciones que Dios entrega no son insignificantes o pequeñas, ÉL siempre va por lo mejor y ÉL siempre entregará las más grandes bendiciones para sus hijos.
En la vida no ganan las personas que son más fuertes o más audaces, sino las que tienen el favor de Dios, sino de las que Dios tiene misericordia.
Dios les bendiga grandemente.
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