Santiago 1:19-20
“Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea.”
En ocasiones nos resulta complicado no decir lo que sentimos cuando estamos enojadas, nos es imposible quedarnos calladas ante situaciones injustas, no podemos quedarnos quietas ante las actitudes negativas de otras personas, es difícil ignorar palabras ofensivas en contra de nosotras, y entonces nuestro instinto nos lleva a defendernos, somos movidas por el enojo a hacer o decir algo que muy seguramente solo empeorará la situación.
El enemigo usa un sin fin de situaciones y personas para mostrar lo peor de nosotros. Cuántas veces hemos visto y/o escuchado en las noticias de personas que han dispuesto de la vida de otras personas a causa del enojo, cuantas veces un inocente ha pagado las consecuencias de una persona enojada, cuantas veces las personas que están a nuestro al rededor han pagado las consecuencias de nuestro enojo, inclusive nosotras mismas muchas veces hemos pagado las consecuencias de nuestras acciones cuando le hemos dado lugar al enojo, y por consiguiente al diablo, al portarnos de forma incorrecta al ser presas del enojo.
“…porque el enojo da lugar al diablo.” (Efesios 4:27 NTV)
La Palabra de hoy nos enseña que:
SEAMOS RÁPIDOS PARA ESCUCHAR, nos habla de lo atentos que debemos estar para discernir o comprender de inmediato lo que está llegando a nuestros oídos o lo que está sucediendo a nuestro alrededor, para entonces, en la sabiduría de Dios, saber qué hacer o dejar de hacer.
En la Palabra podemos leer cuantas difamaciones, ofensas, humillaciones, escupitajos y golpes recibió nuestro Señor Jesucristo, y ÉL nunca hizo nada, nunca hubo enojo ni represalias en ÉL.
“…Fue oprimido y tratado con crueldad, sin embargo, no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca.” (Isaías 53:7 NTV)
SEAMOS LENTOS PARA HABLAR. Yo creo que esta es la parte más difícil. El tener que callar cuando nuestra carne nos dice todo lo contrario. Debemos tomar el tiempo que sea necesario para reaccionar, debemos dejar pasar el tiempo necesario para que la mansedumbre y la sabiduría de Dios sea la que reaccione, no nuestra carne.
Cuando nos enojamos nos transformamos y soltamos todo lo peor que hay en nosotros, en nuestro enojo podemos decir más de la cuenta y lastimar aun más de lo que nos han lastimado, y entonces pasamos de ser la ofendida a ser la agresora y es ahí cuando Dios nos va a pedir cuentas también a nosotras.
“….Pero yo hago oídos sordos a sus amenazas; me quedo callado ante ellos como quien no puede hablar.” (Salmos 38:13 NTV)
“La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos. La lengua de los sabios hace que el conocimiento sea atractivo, pero la boca de un necio escupe tonterías.” (Proverbios 15:1-2 NTV
“¡Si tan solo se quedaran callados! Es lo más sabio que podrían hacer.” (Job 13:5 NTV)
Wow! El quedarnos calladas muestra en nosotras sabiduría. Si, porque cuando somos rápidas para escuchar y lentas para hablar, hacemos lo que la Palabra de Dios quiere, que es primeramente guardar nuestro corazón, entonces nuestra boca se abstiene de decir lo que nuestra carne quiere decir, recordemos que de la abundancia del corazón habla nuestra boca, Dios nos enseña a actuar con sensatez y sabiduría guardando nuestro corazón.
“La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7 NTV
SEAMOS LENTOS PARA ENOJARNOS. Hay personas que somos como se dice comúnmente: un cerillo y nos encendemos a la primera. Somos tan viscerales que nos dejamos llevar por esa extraña sensación en nuestro estomago, en lugar de dejarnos llevar por el amor que hay en nuestro corazón, y cuando hablo de amor no hablo de un sentimiento, sino del amor de Dios.
Cabe destacar que lento significa: tardo en el movimiento o tardo en reaccionar.
Nos dice que seamos lentos, esto es, nos invita a meditar la situación, a esperar a que las cosas se enfríen un poco para actuar con sensatez, si nos tardamos en reaccionar nuestra actitud va a ser muy diferente, pero esto solo lo podemos lograr estando constantemente en la presencia de Dios, solo viviendo bajo el consejo de Dios sabremos cómo reaccionar ante cualquier circunstancia.
“Un necio se enoja enseguida, pero una persona sabia mantiene la calma cuando la insultan.” (Proverbios 12:16 NTV)
Ante tantas situaciones que vivimos y que nos roban la paz y nos hacen caer en ira y necedad, nuestro Dios nos llama a esperar en su justicia, dejemos que sea ÉL quien hable por nosotras y quien nos defienda, debemos buscar estar llenas de la paz de Dios cada día de nuestra vida, debemos cuidar que nuestra alma, que es donde están las emociones, esté bien abastecida de la sabiduría de Dios y estar listas para cuando el diablo busque descontrolarnos o desubicarnos.
“Sin embargo, ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen sus posiciones; luego quédense quietos y observen la victoria del SEÑOR…….” (2 Crónicas 20:17 NTV)
“Queridos amigos, nunca tomen venganza. Dejen que se encargue la justa ira de Dios. Pues dicen las Escrituras: «Yo tomaré venganza; yo les pagaré lo que se merecen», dice el SEÑOR.” (Romanos 12:19 NTV)
Jesucristo nos ha dado el gran ejemplo de cómo actuar ante circunstancias difíciles, y si ÉL siendo igual a Dios no se libró de todo eso, nosotros mucho menos estaremos exentos. Jesús lo vivió, ÉL sabía lo que nosotros íbamos a pasar, y sabe que somos carne y que nuestro instinto nos puede llevar a hacer o decir algo que NO es agradable para ÉL, por eso vino a este mundo a enseñarnos cómo debemos actuar y nos enseñó en Su Palabra qué hacer ante ese tipo de circunstancias adversas. Jesús nos ha dado de Su gracia para hacer lo que en nuestras fuerzas humanas NO podemos, que es actuar conforme a su voluntad, que es actuar como ÉL.
Dios les bendiga grandemente.
Erika
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