“El temor del SEÑOR conduce a la vida; da seguridad y protección contra cualquier daño.”
Lo único que nos detiene para no hacer cosas indebidas o evitar situaciones difíciles, se llama “temor de Dios”. Necesitamos recuperar ese temor de Dios.
El ser humano regularmente hace cosas que en lugar de sacarlo de la dificultad le traen más problemas para su vida, porque le falta sabiduría, porque le falta temor a Dios.
A veces recibimos la bendición de Dios y empezamos a hacer lo incorrecto y en muchas ocasiones con esas bendiciones se nos olvida nuestra identidad como hijo de Dios. Ejemplos hay muchos. Hay quienes están orando por un hijo, Dios les concede el milagro y ya que está el bebé en casa, dejan de ir a la iglesia dejando a un lado las cosas de Dios. Hay quienes oran por un auto, Dios les provee para ello y cuando lo tienen ya no lo usan porque se les “gasta”. Hay quienes oran por un trabajo, Dios se los da y dejan de buscar a Dios por falta de tiempo por causa del trabajo.
Cuando el ser humano pierde el temor de Dios, pierde el equilibrio de su vida, deja de ser sabio. El temor de Dios no es angustia por creer que Dios nos va a golpear o a castigar, el temor de Dios es respeto a Su Suprema autoridad, al Creador y Dueño de todo, al que nos ha amado con amor eterno. Muchas personas viven alejadas de Dios y esto equivale a no reconocerlo, a no respetarlo y a no honrarlo.
Sólo por que vayamos a la Iglesia nuestra vida no va a cambiar, necesitamos tener temor de Dios y OBEDECERLO.
El temor a Dios es el que nos lleva a amar a Jesús y colocarlo por encima de cualquier afecto. ¿Por qué? Porque en si mismo el amor de Dios hacía nosotros es infinito. Dios mismo dice en su Palabra que aunque padre y madre nos abandonen, ÉL nos recogerá”.
Por todo esto, el único amor que es eterno, incondicional y que nos puede restaurar, es el de Dios, quien nos da una vida diferente y significativa; pero no es suficiente con admirar la Palabra o creer en Dios, necesitamos respetar a Dios, honrar a Dios, temer a Dios; sólo así tendremos una buena familia, solo así tendremos una buena empresa, solo así tendremos un gran ministerio, solo así tendremos una gran vida profesional, etc.
No podemos ser cristianos emocionales que nos estemos lamentando siempre por los problemas, no. Debemos ser esos hijos de Dios que, a pesar de los problemas que nos rodean y de las consecuencia por nuestros propios errores, nos concentramos en honrar a Dios y en hacer lo correcto.
El temor de Dios nos lleva a una vida abundante y si lo más importante para nosotros es recuperar el temor de Dios, entonces viviremos tranquilos y no nos visitará ningún mal.
Es muy importante aprender a reflexionar y meditar en la honra a Dios nuestro Señor. No se puede vivir la vida alocadamente sin reconocer la importancia de amar y temer a Dios. Por todo esto, es bueno que tengamos en cuenta qué debemos hacer para tener una vida que le agrade a Dios.
Dios les bendiga grandemente.
Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.