¡Dios inmutable!

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Salmos 111:7-8 (BDLA)

“Las obras de sus manos son verdad y justicia, fieles todos sus preceptos.
Son afirmados para siempre jamás, ejecutados con fidelidad y rectitud.”

Estos dos versículos contienen una característica que solo Dios tiene y nadie más: Su Inmutabilidad.

Tales versos no la nombran literalmente pero si expresan esa característica única en Dios nuestro Señor.  Todos conocemos en Dios Su Verdad, Su Justicia, Su Fidelidad y Su Rectitud, los cuales, aquí viene lo más importante: “son afirmados para siempre jamás”.  En resumen, Dios es un Dios inmutable, que no cambia, que lo que ÉL  dice lo cumple.

Nuestra vida debe estar llena de la sabiduría de Dios, nuestra vida no debe depender de las emociones o impulsos  porque Dios no nos enseña eso. Las emociones o impulsos que no estén canalizados de la manera correcta, generan desorden en nuestra vida, ya que los proyectos los iniciamos con entusiasmo, pero raramente los terminamos, o bien, los empezamos y no prevalecemos en ellos.

La razón por la cual hay personas, organizaciones, empresas o ministerios con éxito o fruto constante, es porque se desarrollan con sabiduría y decisión, más no con emoción. Todos daremos cuentas al Señor de los talentos que tenemos y que escondemos ante los ojos de Dios.

La Biblia dice que el principio de la sabiduría es el temor al Señor, y éste temor se traduce en respeto, sujeción y deleite para vivir acorde a la voluntad del Señor, pero esto nunca tendrá lugar si no lo hacemos de manera permanente.

“Siempre debemos dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo sobremanera y abunda el amor de cada uno para con los demás; tanto que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, a causa de vuestra perseverancia  y fe en todas vuestras persecuciones y aflicciones que estáis soportando. Esto da muestra evidente del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual también estáis padeciendo.”  (2 Tesalonicenses 1:3-5)

El enemigo  o la carne siempre nos impulsarán a hacer una voluntad distinta a la voluntad de Dios; el enemigo o la carne harán que los errores o desaciertos que cometamos nos impulsen a abandonar la voluntad de Dios; el enemigo o la carne harán que las tribulaciones y problemas nos impulsen a abandonar la voluntad de Dios.

Debemos tener cuidado y no sacar excusas o pretextos para hacer algo distinto a la voluntad de Dios en nuestra vida. Eso no es sabiduría.

Debemos recordar que no dependemos de lo que vemos, oímos o hacemos para confiar en Cristo. Nada ni nadie nos puede condicionar para obedecer o no a Cristo. Sin sabiduría estaremos perdidos, pero con sabiduría, no solamente nos salvamos nosotros, sino que salvamos a las personas que se encuentran a nuestro alrededor. No podemos ser necios al abandonar lo que Dios puso a nuestro alrededor, no importan los problemas que se sobrevengan en nuestra vida, de todos modos nos alegraremos en el Señor de nuestra Salvación.

Con fe se emprende cualquier proyecto en la vida, pero para construir éste proyecto se demanda sabiduría y constancia. Debemos ser cuidadosos  de que todo lo que salga de nuestra boca sean palabras sabias. Debemos clamar a Dios para que nos quite ese espíritu de destrucción de nuestras propias vidas. Debemos usar la Palabra que Dios nos ha dado para construir y seguir perseverando en la tranquilidad que solo el Señor nos puede dar, a pesar de nuestros problemas, debemos reconocer cuando hemos fallado,  pedir perdón y llegar limpios de nuevo a continuar y perseverar en lo que Dios nos ha mandado y con ello permanecer en la presencia de Dios.

No nos acostumbremos a ser necios bajo la máscara de la supuesta autoridad que según nosotros Dios nos ha dado. Debemos incluir en nuestras vidas la humildad que Jesús nos enseñó para ejercer su obra aquí en la tierra. Empecemos por ser sabios, corregir nuestro lenguaje, nuestro proceder, terminar con las actitudes arrogantes de abandonar su encomienda, porque solo es eso: arrogancia.

Dios quiere que nosotros tengamos la humildad para reconocer cuando fallamos y seguir adelante poniendo nuestra mirada en la meta final.

Hoy es un día especial para dar gracias a Dios, para arrepentirnos por las cosas que muchas veces no nos gusta reconocer. No podemos ocultar el fruto que llevamos o el fruto que dejamos de llevar en nuestra vida. No podemos ocultarle a Dios nuestros errores, ya que ÉL tiene ejemplos necesarios para mostrarnos que nuestras imperfecciones y errores no se comparan con el sacrificio hecho por Su Hijo Jesucristo en la cruz, y que a pesar de ello, ÉL nos llamó a servirle.

Dios les bendiga abundantemente.

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