“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en expiación por nuestros pecados.”
El concepto de amor que nos enseña el mundo es muy diferente al que Dios nos muestra. El amor del mundo se muestra como un sentimiento, como una emoción, lo cual hace que sea un amor condicional que busque siempre recibir y no dar, porque es un amor que miente, que daña, que hiere, que engaña, que traiciona, que se acaba.
La Palabra de hoy nos dice que Dios es amor, y que ese amor fue precisamente lo que ha descrito a Su Hijo Jesucristo desde hace más de dos mil años.
El amor que recibimos de parte de Dios es un amor que está por encima de todo (Romanos 8:38-39). Dios es el fundamento del amor, y que mejor manera de expresarles amor a las personas que compartiendo con ellas de ese amor de Dios. Así debiera de ser, pero desafortunadamente no lo es.
Por lo regular con nuestro comportamiento estamos olvidando ese significado del amor de Dios sobre nuestra vida, porque contrariamente a lo que Dios nos ha demostrado con su amor infinito, nosotros nos pasamos la vida diciéndole a Dios que “no nos gustan Sus reglas, que no nos gusta hacer las cosas como ÉL dice, que nos deje vivir nuestra vida a nuestra manera; en resumen, que se aparte de nosotros.”
Lo más paradójico de todo es que Dios nuestro Señor, lejos de castigarnos, nos ama y seguirá amando eternamente, pues su paciencia y misericordia, son parte de ese infinito amor. Así es, el amor de Dios no deja de ser, por más bajo que hayamos caído o por más equivocaciones que hayamos cometido, el Señor no nos dejará de amar, siempre nos verá como su especial tesoro.
Tontamente creemos que la vida podemos vivirla a nuestra manera, pero es un hecho que necesitamos a Dios; incluso, nuestro orgullo nos hace rechazar su presencia cuando estamos pasando por dificultades; es más, nos llegan a hablar de Dios en esos malos momentos y nuestra soberbia nos hace hipócritamente aparentar que todo lo tenemos en orden, nuestra familia, nuestras finanzas, etc., cuando contrariamente lo que deberíamos hacer es reconocer nuestra situación, arrepentirnos de nuestra actitud, pedirle perdón a Dios y en humildad reconocer que necesitamos de ÉL.
Quizás hoy es un día para que reflexionemos en ello, para reflexionar que Dios no ha desviado su mirada de nosotros y que no ha dejado de llamarnos y reconocernos como sus hijos, aun cuando nos hayamos equivocado en nuestras decisiones. Dios hoy nos quiere decir que nos volvamos a ÉL, y que dejemos todas aquellas cosas que le desagradan a ÉL. Si Dios nos ha amado de la manera que hemos estado explicando, sin duda ÉL se merece que nosotros también le paguemos con amor y con entrega, que vivamos dependiendo de ÉL y para ÉL. Es importante que sepamos y entendamos que no hay nada que podamos hacer o que dejemos de hacer, que permita que Dios nos deje de amar.
Dios no nos juzga, por el contrario, nos perdona; por eso decidimos amar y agradar a Dios, porque ÉL DECIDIÓ amarnos primero; sería un grave error de nuestra parte pretender amar a Dios solamente para que no nos vaya a ir mal. Amar a Dios es una DECISIÓN que debemos de tomar, nosotros decidimos recibir el amor de Dios en nuestra vida, porque el amor de Dios se basa en una decisión.
El Señor Jesucristo decidió morir en la cruz por amor a nosotros; el Señor Jesús se hizo maldición por cada uno de nosotros, para de esa forma traer bendición a nuestra vida; el Señor Jesús se despojó así mismo, dejando su Trono de gloria, se hizo hombre y fue obediente hasta la muerte en la cruz; el Señor Jesús tomó la decisión de amarnos, y nos enseñó con su ejemplo a amar y perdonar; al Señor Jesucristo le dolió esa corona de espinas sobre su cabeza, y sufrió llevando esa cruz, le dolió todo lo que le hicieron por amor a nosotros, y fue precisamente el soportar ese inmenso dolor la manera en que nos mostró su inmenso e infinito amor.
Hoy el Señor Jesucristo nos está dando la oportunidad de que nos despojemos de todo aquello que no es agradable a ÉL y que podamos recibir de Su amor, porque cuando el amor de Jesús llega a nuestro corazón, nuestra vida es completamente transformada.
¿Estamos dispuestos a hacer de Jesucristo el centro de nuestra vida y dejar todo aquello que no agrada a Dios?
¿Estamos dispuestos a ir a donde Dios quiere llevarnos por amor a nosotros, demostrándole a ÉL lo mucho que le amamos haciendo de Su Hijo Jesucristo nuestro Señor y Salvador?
Perfecto. Entonces decláralo, dilo en voz alta y definitivamente tu vida cambiará. Posiblemente tu no lo notes, pero en el cielo estarán celebrando tu valerosa decisión.
Que el amor de Dios esté siempre con todos Ustedes.
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