Agua viva

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Isaías 44:2-4 (NTV)

“El SEÑOR que te hizo y que te ayuda, dice: “No tengas miedo, oh Jacob, siervo mío, mi amado Israel, mi elegido. Pues derramaré agua para calmar tu sed y para regar tus campos resecos; derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus hijos. Prosperarán como la hierba bien regada, como sauces en la ribera de un río.”

En nuestra casa tenemos plantas naturales que sacamos determinados días para que tomen el aire y sol. Por un involuntario descuido no lo habíamos hecho y se empezaron a marchitar. Al darme cuenta de ello saque las plantas de inmediato, les puse agua.

Con el pasar de los días empecé a ver como aquellas hojas verdes que estaban tristes y caídas empezaron a levantarse y como esos tallos se fortalecían más y más. Por un momento me detuve y las observé y me enterneció ver el cambio tan radical en aquella plantita, que si la hubiera abandonado por más tiempo hubiera muerto.

En ocasiones nos encontramos como esta planta que les comentaba, nos pasamos la mayor parte de nuestra vida encerrados en nuestros afanes y problemas, nos pasamos la vida sin buscar la luz de Dios, nos pasamos la vida sin buscar aquella fuente de agua de vida, nos pasamos la mayor parte de nuestra vida sin buscar ese viento apacible, entonces pasa lo inevitable, empezamos a marchitarnos, empezamos a secarnos, nuestro alma y nuestro cuerpo empiezan a sufrir las consecuencias de ese gran descuido.

“Pues tú eres la fuente de vida, la luz con la que vemos.” (Salmos 36:9 NTV)

Pero Dios que es todo amor y grande en misericordia está siempre a la espera de nosotros, siempre listo para abrazarnos y consolarnos, siempre está listo para proveer a nuestra vida lo que necesitamos, siempre está dispuesto a darnos de su agua viva, pero hay algo importante, el descuido no es de ÉL, no. EL descuido es de nosotros que nos apartamos de Jesucristo, nosotros lo apartamos con nuestras acciones y nuestro corazón equivocado.

¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran:

«De su corazón, brotarán ríos de agua viva.» (Juan 7:38 NTV)

“pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna.” (Juan 4:14 NTV)

 Nosotros debemos buscar alimentarnos cada día con la Palabra de Dios, debemos buscar refrescarnos con su presencia, debemos buscar del Espíritu Santo para que nuestro espíritu este en total comunión con ÉL.

“Los ojos de todos buscan en ti la esperanza; les das su alimento según la necesidad. Cuando abres tu mano, sacias el hambre y la sed de todo ser viviente.” (Salmos 145:15-16 NTV)

No seamos negligentes con nuestra vida, no seamos negligentes con la vida de nuestros hijos, no seamos negligentes con la vida de nuestros cónyuges, porque cada vez que nos descuidamos y no buscamos la fuente de vida, nos empezamos a marchitar y a secar, dándole oportunidad al enemigo para lastimarnos.

“¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar. Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe…” (1 Pedro 5:8-9 NTV)

“sino que se deleitan en la ley del SEÑOR meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen. (Salmos 1:2-3 NTV)

Dios les bendiga abundantemente.

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