¡Acerquémonos a Dios!

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Job 5:8-9 (NTV)

“Si yo estuviera en tu lugar, me acercaría a Dios y le presentaría mi caso. Él hace grandezas, demasiado maravillosas para comprenderlas, y realiza milagros incontables.”

Todos conocemos un poco de la vida de Job.  Estos versículos narran el preciso momento en que Elifás –amigo de Job- le da un consejo a este último ante la situación de calamidad por la que Job estaba pasando.

No hay mejor consejo que aquel que damos cuando nos ponemos en el lugar de quién realmente lo está necesitando, porque es cuando opera en nosotros la compasión. La compasión nos lleva a sentir lo que el(la) hermano(a) atribulado está sintiendo.  Así es, cuando nos compadecemos de los demás, cuando experimentamos en carne propia aquello que aqueja a nuestro(a) vecino(a), es entonces cuando viene ese consejo oportuno.  A eso se refería Elifás al decir “Si yo estuviera en tu lugar”.

Sin embargo, no solo basta con compadecerse para poder dar un consejo. No.  El consejo conlleva sabiduría cuando nos lleva a buscar sin duda ni vacilación al Creador de todas las cosas; el consejo conlleva sabiduría cuando nos lleva a buscar a Aquél que tiene la respuesta correcta y la solución oportuna a nuestras tribulaciones o calamidades.   “…me acercaría a Dios y le presentaría mi caso” Ese era el sabio consejo que daba Elifás a Job.

Dice la Palabra que “el principio de la sabiduría es el temor a Dios” (Salmos 111:10 NVI).  Sin duda alguna el honrar a Dios con la preeminencia de ÉL en nuestra vida y en todo lo que hacemos, es un hecho irrefutable de sabiduría en nosotros; cuantimás cuando estamos en medio de tribulaciones o desgracias.

Es un hecho que a lo largo de nuestra vida hemos cometido errores, ya sea como padres, ya sea como matrimonio, ya sea como hijos, ya sea como empresarios, empleados o trabajadores, etc., y si somos honestos con nosotros mismos nos daremos cuenta que ello obedeció a que no fuimos sabios en buscar al mejor de los Consejeros. ¿O no?

Debemos tener la plena convicción de poner en las manos de Dios los grandes retos y tribulaciones que enfrentamos en nuestra vida.  Es imperativo poner nuestra confianza en Dios.  No tenemos otra opción, y perdonen que sea tan radical en este tema. No hay de otra.   El mismo Apóstol Pablo en medio de su tribulación puso su confianza en Dios:

“Por eso estoy sufriendo aquí, en prisión; pero no me avergüenzo de ello, porque yo sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él es capaz de guardar lo que le he confiado hasta el día de su regreso.”  (2 Timoteo 1:12 NTV)

Y si volvemos a la Palabra de hoy nos percataremos que Dios es el único y mejor Consejero que hay, porque conjuntamente con Su sabio consejo ÉL ya trae la solución: “…Él hace grandezas, demasiado maravillosas para comprenderlas, y realiza milagros incontables.”

Seguramente delante de nosotros hay grandes desafíos que enfrentar, ya sea familiares, ya sea económicos, ya sea de enfermedad, ya sea de negocios o de trabajo, en fin, cada quien sabe lo que tiene enfrente. Es por ello que los invito a que tomemos hoy mismo el consejo de Dios:

“Busquen al SEÑOR mientras puedan encontrarlo; llámenlo ahora, mientras está cerca.  (Isaías 55:6 NTV)

Ciertamente tenemos que acercarnos confiadamente al Señor nuestro Dios y buscar el consejo de ÉL.  Dios es el más grande y mejor Consejero que podamos imaginar.

Dios les bendiga grandemente.

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