“Además, no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.”
Existe algo que trae graves consecuencias a nuestra vida, particularmente a nuestra salud, y es el enojo o la ira. Las consecuencias de la ira, como el rencor y el resentimiento, no se forman de la noche a la mañana, se forman por dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo, provocando frustración, tristeza, angustia, ansiedad, etc.
Existe un refrán popular que dice “el que se enoja pierde”, y sinceramente tiene mucho de verdad. Es imprescindible que nosotros seamos libres de resentimientos, de rencor y de ira, pues de no ser así nos causaremos muchos problemas y pérdidas innecesariamente.
Hoy en día nos hemos confundido al decir que la persona tiene carácter cuando la misma es enojona y no es así. Cuando uno lee la Palabra de Dios uno aprende que el carácter no es ese. Según psicólogos han planteado diferencias en cuanto al temperamento y al carácter, se dice que con el temperamento nacemos y el carácter se forma. La verdad no lo se.
Uno de los mayores problemas del ser humano en cuanto al carácter se refiere es precisamente la ira o el enojo. De hecho, como a todos nos ha de constar, hay personas que por enojo no sólo han sufrido lesiones o lastimaduras en su cuerpo sino que han destruido matrimonios o noviazgos, han perdido trabajos, han deteriorado su salud, han ofendido o difamado, simple y sencillamente por estar enojados.
Como hijos de Dios fuimos creados para ganar y no para perder. Dios nos dio autoridad sobre todo lo que hay en la tierra, sobre toda Su creación, por lo tanto, Dios siempre nos tiene preparado algo mejor y muchas veces por algo que no sabemos dominar dentro de nosotros mismos, como la ira, reaccionamos de maneras tan desafortunadas que nos hacen perder siempre.
Habemos personas que decimos que no somos enojonas (y de hecho nunca no lo expresamos), pero desgraciadamente todo llega a su límite y explotamos. Cuantas veces hemos estado enojados y hemos gritado, ofendido, hemos impuesto cosas o situaciones, etc., y cuando nos desahogamos estamos como si nada hubiera pasado. A poco no?
La Palabra dice “…No permitan que el sol se ponga, mientras siguen enojados…” y eso es una gran verdad. Para que podamos ser libres de nuestro enojo es necesario NO ESPERAR a que llegue el siguiente día sin resolver lo que le causó el enojo, ya que si no resolvemos esa situación le estaremos dando el lugar a Satanás para que empiece a maquinar en nuestra mente. En otras palabras, si nos quedamos con el enojo y no lo sometemos a Cristo y no lo resolvemos y dejamos que el día termine así, entonces el problema que quizás era pequeño y sin importancia, ahora lo veremos más grande.
Todos sabemos que no hay peor cosa que discutir con una persona iracunda o enojada porque nunca le dan la razón a alguien, pero recordemos que la Palabra nos dice que “…la blanda respuesta quita la ira…”. Cuando alguien está enojado le debemos responder con palabras blandas, con palabras suaves, sin un tono agresivo, palabras llenas de amor, palabras que impliquen empatía a la solución a la que queremos llegar con esa persona, ya que por el contrario, si contestamos con palabras ásperas, lo único que vamos a lograr es más ira, más enojo y vamos a perder. ASOCIEMOS LA IRA O EL ENOJO CON LA PÉRDIDA DE ALGUIEN O ALGO, y les aseguro que empezaremos a cambiar.
Sabemos que enojarse es fácil y controlarse es muy difícil, pero con la ayuda de Dios podemos llegar a ser personas que dejemos de perder por enojarnos. Solo la Palabra de Dios puede cambiar nuestra vida, solo Él puede hacer cosas en nuestro corazón que nosotros solos no podríamos.
Cuando uno NO tiene el carácter de Cristo, entonces estaremos hechos para perder y no para ganar, porque nuestro carácter no es suficiente para ganar, pues necesariamente debemos formar en nosotros el carácter de Cristo. Si escuchamos más, si hablamos menos y si nos enojamos menos, si somos bondadosos, compasivos y perdonadores, entonces tendremos resultados plenos en todo lo que hagamos y dejaremos de perder.
Yo vengo de una familia con un horrible carácter: intolerantes, tajantes, ira extrema, agresivos, beligerantes, todo lo querían arreglar a golpes, si, como lo leen, a golpes, etc., etc., y síganle sumando ustedes. Lo peor de todo ello es que no nos damos cuenta de nuestro carácter, aún cuando todo mundo nos lo eche en cara, y seguimos lastimando gente y seguimos perdiendo en la vida: amistades, familiares, empleos, negocios, etc.
Pero cuando conocí a Jesucristo me di cuenta realmente de lo que era y cómo era. Me avergoncé mucho de mi mismo y me avergoncé más delante de mi familia. Cristo me confrontó con el espejo de Su Palabra, Cristo me hizo ver cómo era.
Sinceramente les digo que todos los días acudo a la presencia del Maestro para llenarme de Su gracia, porque sin duda alguna solo Su gracia puede quitar toda esa basura que hay sobre nosotros, solo Su gracia nos limpia de toda impureza y de todo equivocado carácter, Su presencia consume lo que somos para ser cada vez más como Él. Y sigo en ello día con día y les aseguro que seguiré día con día porque nuestra transformación en Cristo nunca termina. Oro a Dios porque algún día esté delante de Él y ya ahí, entonces diré hacia dentro de mí: ahora sí, tengo tu carácter mi Señor!!!
Dios les bendiga abundantemente.
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