Josué 14:6-15 (NVI)
«Los descendientes de Judá se acercaron a Josué en Guilgal. El quenizita Caleb hijo de Jefone le pidió a Josué: «Acuérdate de lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, respecto a ti y a mí en Cades Barnea. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades Barnea para explorar el país, y con toda franqueza le informé de lo que vi. Mis compañeros de viaje, por el contrario, desanimaron a la gente y le infundieron temor. Pero yo me mantuve fiel al Señor mi Dios. Ese mismo día Moisés me hizo este juramento: «La tierra que toquen tus pies será herencia tuya y de tus descendientes para siempre, porque fuiste fiel al Señor mi Dios.» »Ya han pasado cuarenta y cinco años desde que el Señor hizo la promesa por medio de Moisés, mientras Israel peregrinaba por el desierto; aquí estoy este día con mis ochenta y cinco años: ¡el Señor me ha mantenido con vida! Y todavía mantengo la misma fortaleza que tenía el día en que Moisés me envió. Para la batalla tengo las mismas energías que tenía entonces. Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión. Desde ese día, tú bien sabes que los anaquitas habitan allí, y que sus ciudades son enormes y fortificadas. Sin embargo, con la ayuda del Señor los expulsaré de ese territorio, tal como él ha prometido.» Entonces Josué bendijo a Caleb y le dio por herencia el territorio de Hebrón. A partir de ese día Hebrón ha pertenecido al quenizita Caleb hijo de Jefone, porque fue fiel al Señor, Dios de Israel. Hebrón se llamaba originalmente Quiriat Arbá, porque Arbá fue un importante antepasado de los anaquitas. Después de todo esto el país se vio libre de guerras.»
El Libro de Números, en su capítulo 13, habla de cuando Moisés envió a doce varones, príncipes de cada una de las tribus de Israel, como espías a revisar la tierra que Dios les había de entregar.
Todos sabemos esta historia donde Josué y Caleb, a diferencia de los otros diez, vieron grandes bondades y bendiciones de esta la tierra prometida por Dios. Pero los otros diez vinieron a desacreditar la misma, hablando mal de ella y propiciando que toda la congregación hablase y murmurase mal de Moisés.
Como aprende uno a diario cosas nuevas en la Palabra. Lean esto: De los 10 espías «malvados» (así se les refiere en las Escrituras), todos murieron de una plaga delante de Dios. ¡Que tremendo! (Números 14:36-37)
De Josué, todos sabemos de las grandes vivencias y enseñanzas que Dios nos ha dado a través de la vida de este siervo del Señor. Pero de Caleb, al menos su servidor, no sabía que había pasado con él, y es impresionante lo que le pasó:
En cumplimiento a la fidelidad de la Palabra de Dios, recibió como heredad la tierra de Hebrón (significa «Unión»), pero lo más impresionante es que cuando Moisés los envió Caleb tenía 40 años y hasta después de 45 años recibió su tierra prometida.
¿Qué me enseña Dios hoy? Lo importante que es creerle a nuestro Dios.
Caleb y Josué vieron bondades de esa tierra, porque ANTES de ir CREYERON la Palabra de Dios de que esa tierra, donde fluía leche y miel (Números 14:18), era para ellos, y en esa CONVICCIÓN DE FE llegaron a verla.
De nosotros depende la obtención de nuestras promesas, o la muerte de ellas. Cuantas plagas vienen a robar nuestras promesas día con día: problemas (y no necesariamente nuestros), impaciencia, amarguras, envidias, tristezas, deudas, enfermedades, y las que se nos ocurran. ¡No seamos de los otros diez!
Muchas veces le echamos la culpa a nuestra poca o mucha edad y lo vemos como un impedimento. Cuidado, porque es una plaga más que está matando nuestras promesas.
No importa la edad que tengamos cuando recibamos la promesa de Dios en nuestra vida. 40 años tenía Caleb cuando fue enviado y 45 años después recibió su tierra prometida. OJO, pero la recibió porque él vivió como Dios le dijo que viviera, es decir, siendo obediente. Eso significa cuando dice que Dios lo mantuvo con vida.
Caleb a sus 85 años fue y tomó su tierra que estaba en posesión de los anaquitas (anaceos), confiado en la Palabra de Dios de que para él sería la tierra que tocaran las plantas de sus pies.
Caleb significa “temerario”. Por algo obtuvo su promesa. Seamos temerarios y hagamos nuestras las promesas de Dios.
Dios les bendiga grandemente.
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