Obtengamos la promesa

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Hebreos 10:36 (RV60)

“porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.”

Este versículo encierra grandes verdades sobre cómo es y cómo opera la paciencia en la vida del ser humano.

Dice “…es necesaria…”, lo cual quiere decir que debe suceder inevitablemente, que es imprescindible para algo o alguien.

Dice «habiendo hecho la voluntad de Dios…» Muchas derrotas suceden en el pueblo de Dios por no tener esta cualidad. A veces soltamos las promesas de Dios al dejar de hacer su voluntad. Ya que es requisito que para que obtengamos las promesas nos mantengamos haciendo la voluntad de Dios.

Hay un complemento que antecede siempre a la paciencia y es la fe, pues ambas forzosamente deben operar juntas para cumplir cabalmente con lo que nos enseña el anterior versículo, pues clara es la Palabra de Dios al enseñarnos que “con fe y paciencia se heredan las promesas”.

“a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.” (Hebreos 6:12)

¿Cómo operan entre si la fe y la paciencia?

Ambas están completamente unidas: nuestra fe se activa cuando recibimos promesas del Señor: nuestra pareja para casarnos, prosperidad económica, armonía en el matrimonio, un hijo que se había perdido viene a los caminos de Dios, etc.

Dice la Palabra que la fe viene por oír, y el oír la palabra de Dios, y cuando la escuchamos, nuestro corazón empieza a creer.

EL gran tema es el período de tiempo que existe entre la fecha que recibimos la promesa y la fecha de su cumplimiento, y es precisamente en dicho período de tiempo en el cual Dios nos hace saber que es necesaria la paciencia, esa cualidad de resistir y esperar, cumpliendo entonces la voluntad de Dios.

Muchos nos desesperamos y empezamos a tomar decisiones equivocadas que, a todas luces, son contrarias a la voluntad de Dios, porque no es lo que Dios quiere para nosotros, y peor aun, nosotros obstinadamente -aun así- esperamos que Dios nos bendiga cumpliendo su promesa, y de no ser así nos enojamos con Dios.

La Palabra nos indica que mantengamos firmes nuestra esperanza en lo que Dios habló y haciendo lo que a ÉL le agrada. De esa manera estamos dando pequeños pasos hacia la conquista de esas promesas.

En la misma Palabra existen innumerables enseñanzas de cómo Dios nos da esfuerzo y multiplica nuestras fuerzas si estamos cansados de esperar.

Quienes batallan mucho con el tema de la paciencia son precisamente los jóvenes. Ellos tienen grandes problemas con el asunto de esperar en Dios. De hecho, muchos se cansan porque no saben esperar. Cada una de las promesas de Dios demanda un tiempo de germinación, tal y como sucede con una semilla.

En este tema de la paciencia tenemos dos opciones: saber esperar o tomar las cosas antes de tiempo.

¿Cuál es la diferencia? Que si elegimos la segunda opción, al final no lo vamos a disfrutar como debe ser y habrá consecuencias que nos afecten.

Muchos jóvenes quieren experimentar cosas nuevas y por eso caen en las drogas, lo que posiblemente disfruten en un principio, pero al final del camino terminan destruidos física y mentalmente. Otro ejemplo? Muchos jóvenes le dan tan poca importancia al tema de la sexualidad que, sin saber esperar, la experimentan antes del tiempo y, repito, al principio posiblemente la disfrutan, pero con el tiempo eso termina deteriorando su vida sexual, su cuerpo, con múltiples infecciones o enfermedades como el SIDA.

Si buscamos trabajo o el que tenemos no nos satisface, les aseguro que Dios ya tiene el lugar de bendición económica para nosotros, pero nuestra falta de paciencia propiciada por nuestras necesidades nos lleva a hacer o trabajar en algo que no es de bendición, lo que nos lleva a complicarnos más nuestras necesidades, ocasionándonos problemas que hoy en día no tenemos.

En el tema del matrimonio no debemos esperar a tener novia o novio o esperar a casarnos para que nos hagan felices, no, de ninguna manera, porque eso no es esperar. La motivación correcta para casarse es dar y hacer. Si, como lo leen, dar y hacer. Darse uno mismo completamente sin esperar nada a cambio, para hacer feliz a otra persona.

Es importantísimo saber esperar. Jesucristo supo esperar; Él supo esperar hasta el tiempo de iniciar con su ministerio; ÉL supo cuándo y cómo hacer milagros y prodigios; Jesucristo supo esperar en fe el momento de su muerte en la cruz.

No nos adelantemos, no nos apresuremos, mejor pidamos fortaleza y sabiduría de Dios para saber esperar, para poder entonces hacer la voluntad de Dios y heredar nuestras promesas.

Dios les bendiga grandemente.

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