Romanos 13.1–2 (NTV)
“Toda persona debe someterse a las autoridades de gobierno, pues toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios. Por lo tanto, cualquiera que se rebele contra la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido, y será castigado.”
Sin duda alguna hoy inicia una nueva época en nuestro país. El pueblo de México, bien o mal, eligió a sus gobernantes y atento la Palabra que nos ocupa estamos obligados a obedecerlos porque es Dios nuestro Señor quien los puso.
Nunca nos inclinaremos por ningún partido o perfil político en El Principio, pero es un hecho que quien habló y decidió ayer fue el pueblo de Dios.
¿Qué nos queda?
Orar por nuestros gobernantes para que sea la sabiduría de Dios en cada uno de ellos. Recordemos que México somos todos nosotros y que si queremos un mejor país es responsabilidad de nosotros también. Seamos esa luz y esa sal de la tierra como ciudadanos creyentes de la Verdad que es nuestro Señor Jesucristo.
Nuestra decisión del día de ayer sin duda alguna tendrá consecuencias “buenas” o “malas”. No se cuales. Pero lo que si se es que nuestro deber es orar y clamar a Dios nuestro Señor para que las consecuencias sean las “correctas” en Cristo Jesús.
¿Cómo?
Con la convicción de que fue Dios quien los puso y que ÉL hará su obra a través de ellos bajo su soberana sabiduría. Oremos México por un gobierno temeroso de Dios, oremos México por un gobierno lleno de sabiduría de lo alto, oremos México por un gobierno que sea para todos los mexicanos, no solo para algunos.
Pero lo más importante, oremos para que el Gobierno de Dios, Su Reino, sea establecido aquí en la tierra como en el cielo.
Dios les bendiga grandemente.
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