¡Nombre sobre todo nombre!

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Filipenses 2: 9-10 (NTV)

Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.”

La victoria sobre la enfermedad, sobre la escasez, la adversidad, sobre los obstáculos, sobre los conflictos es una asunto de autoridad y no simplemente de ganas y menos de actos desesperados. Aunque toda dificultad, enfermedad, escasez o circunstancia negativa, tiene “un nombre”, el Nombre de Jesús está por encima de todos esos nombres; porque Su Nombre es nombre sobre todo nombre; la Palabra dice que es tan poderosa Su autoridad, que toda rodilla se doblará y toda lengua tendrá que confesar que Jesucristo es el Señor –lo que está en la tierra y aún debajo de ella-, no hay ningún poder que pueda soportar el Nombre de Jesús.

Quizás algunos hemos escuchado que tal o cual enfermedad no tiene opción de sanar; que tal o cual situación financiera es tan difícil que hasta piensan que de allí no podrán salir; y quizás humanamente hablando esto sea cierto, pero cuando se confronta la enfermedad, el problema económico o la situación difícil en la familia, con el Nombre del Señor Jesucristo, todo es muy diferente, porque esa enfermedad será doblegada, ese problema económico igualmente tendrá que doblegarse y aquella situación familiar también tendrá que doblegarse, ante el Nombre que es exaltado sobre todo nombre, que es el Nombre del Señor Jesús.

El Nombre del Señor Jesucristo en acción lo podemos leer en la Palabra del Evangelio de Marcos (1: 21-28), donde ese espíritu maligno era tan fuerte que sacudía con mucha violencia al hombre endemoniado, y al salir dio un alarido tan tremendo porque no se pudo resistir ante la autoridad de Jesús y todos quedaron muy asombrados al entender que había sido liberado de un espíritu inmundo tremendamente violento. Algo que es muy peculiar en este pasaje, es que esto sucedió en la sinagoga de los judíos, es decir en el templo, y tenía gran autoridad espiritual puesto que fue capaz de identificar al Señor Jesús, y no sólo esto, sino que sabía a qué venía Jesús:

“…vienes a destruirnos” y sabía muy bien que tenía la autoridad para destruirlo, le dijo: “¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios”;…”

Hoy en día habemos muchos que nos jactamos de conocer de Dios, otros podemos alegar que conocemos al derecho y al revés la Biblia, pero todo ello –o cualquier tipo de religiosidad– no nos da a nadie autoridad espiritual, o el hecho de congregarnos tampoco nos da autoridad espiritual sobre los demonios, puesto que lo único que nos hace vencer y pasar por encima de cualquier adversidad es precisamente el Nombre de Jesús.

Hoy podemos aprender tres características que tiene el Nombre de Jesús:

El Nombre de Jesús es SANTO. ¿Por qué es Santo? Porque Él no tiene ningún compromiso, ni ninguna alianza con el reino de las tinieblas; en su condición de vida no pecó, por ello el diablo no puede acusarlo de nada, Jesucristo es Santo, por eso Su Nombre es Nombre, sobre todo nombre por lo cual, tiene autoridad; nosotros tenemos también esa herencia aunque no somos tan santos (1 Juan 1:9), es decir la condición es confesar nuestros pecados, entonces, la santidad de Jesús es una herencia para nosotros y la recibimos por medio de nuestro arrepentimiento (Proverbios 28:13) y por haber alcanzado Su misericordia.

Igualmente recibimos santidad por medio de la Sangre de Cristo, la cual nos limpia y nos santifica, porque a través de nuestro arrepentimiento atraemos Su sangre preciosa, para limpiar toda nuestra vida. Por más fuerte que sea la enfermedad, el problema económico o la adversidad, tendrán que salir fuera de nuestra vida en el Nombre de Jesús. Así que somos santos, por la sangre de Cristo.

¿Y cómo es que logramos recibir esa herencia de santidad? Confesando nuestros pecados y apartándonos definitivamente de ellos.

El Nombre de Jesús es SUPREMO. Los mismos demonios entendieron que Jesús tenía todo el poder para destruirlos (Marcos 1: 21-28). Todo problema financiero, físico o mental, tiene un trasfondo espiritual, que es contrario a la voluntad de Dios; porque el Señor está contra la deuda, la enfermedad, los problemas, porque Dios nuestro Señor lo que quiere para sus hijos es lo mejor de ÉL: Su Hijo Jesucristo.

El Nombre del Señor Jesucristo es Supremo porque la Presencia de Dios –el Espíritu Santo-, está en Jesús, lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su diestra en los lugares celestiales, es la razón por la cual la posición de Jesús está por encima de todo espíritu, de cualquier otra entidad, o dominio, principado o potestad, y por ello, el diablo siempre estará bajo sus pies y nunca podrá Satanás estar al mismo nivel del Señor Jesús.

Estas cualidad del poder del Nombre de Jesús, son heredables a sus hijos (Efesios 2: 6-7), esto quiere decir que cuando rendimos nuestra vida a Jesús, el Nombre de Jesús empieza a operar en nuestra vida, y por consiguiente empieza a operar Su supremacía por sobre toda enfermedad, deuda o adversidad en nuestra vida.

El Nombre de Jesús es ETERNO. Los demonios ni las enfermedades son eternos; incluso la misma Palabra dice que en la eternidad no habrá enfermedad ni llanto, el Señor Jesucristo dice que nos vino a dar vida en abundancia, aquí en la tierra; y que en la eternidad, caminaremos por calles de oro.

En Apocalipsis 21:6, la Palabra nos dice:

“Y me dijo: Hecho está, Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.

Jesús es el Agua de Vida Eterna, por tanto es el único que nos puede saciar, y es la seguridad que tenemos de nuestra eternidad, es la razón por la cual sabemos que nuestro final no está en la tierra, sino en la eternidad.

Ante esta realidad, de que el Nombre del Señor Jesucristo es: Santo, Supremo y Eterno, toda enfermedad, toda escasez, todo conflicto, lo único que pueden hacer es callarse e irse fuera de nuestra vida, pues cuando Cristo estuvo en la cruz del calvario nos entregó esta herencia a nosotros, cuando dijo: “…Consumado es,…” (Juan 19:30).

Marcos 16:18 nos dice:

“Estas señales seguirán a los que creen, en mi nombre echarán fuera demonios;…”

El día de hoy todos estemos con la convicción de que en el Nombre de Jesús, todo demonio de nuestra vida –enfermedad, escasez, adversidad, etc.-, tendrá que salir fuera de nuestra vida, ya no tendremos que escondernos ante los problemas, ante la angustia, ante el resentimiento, ante el rencor, ante nuestra baja autoestima, ante todo lo que amarga nuestra vida, ante todo recuerdo adverso de nuestro pasado, ante las frustraciones de nuestro pasado. ¡No, ya no!

Recordemos y tengamos siempre presente la convicción de que, todo aquel que doble su rodilla ante el Señor Jesús y lo haga Su Señor y Salvador, pero sobre todo, que sea testimonio de obediencia y santidad en su vida, recibirá sin duda alguna la autoridad de Su Nombre.

Nunca olvidemos que toda enfermedad, angustia, escases, tribulación, etc., están por debajo del poder del Nombre de Jesús; entonces,

¡Pongamos nuestra fe en el Nombre de Jesús!

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