Una familia de Dios

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Génesis 1:28 (RV60)

“…Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra…”

Sin duda alguna todos tenemos un rol definido en la vida, no hay persona que no sepa cuál es su papel en este mundo y no me refiero al llamado de Dios ni la misión de nuestra vida, me refiero a algo tan sencillo como cuando somos hijos, o cuando llega el momento en nuestra vida en que seremos esposos(as) y tiempo después seremos padres (mamá y papá, en fin, en nuestra familia siempre hay y habrá un rol definido para cada uno de quienes la conforman.

Es importante que cada miembro de la familia sepa muy bien cuáles son sus deberes y responsabilidades en el rol que le corresponde, ya que si esto no está definido para cada uno, entonces el ambiente familiar y las relaciones intrafamiliares entran en caos, dado que no existen lineamientos ni dirección que lleve a cada miembro de la familia hacia donde Dios quiere que vayan. Pero,

¿Quién define los roles en el hogar?

Primeramente debemos de partir del supuesto de que ya están definidos en la Palabra de Dios, pues de hecho la familia es un diseño de Dios.

¿Quién tenía que fructificar y multiplicarse?

Pues Adán y Eva, a quienes Dios nuestro Señor les dijo únanse y tengan hijos, y con ello se establece la unión de dos seres humanos para crear una familia. Otro versículo que contempla también la fundación de la familia es:

“…Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne…” (Génesis 2:24 RV60)

Si Dios es quien diseñó la familia, es ÉL entonces quien define los roles y deberes de cada miembro. La Palabra de hoy va dirigida a los padres e hijos, a fin de entender cuál es el rol que cada uno tiene en la familia a fin de que esta sea fuerte, unida y bendecida.

Los derechos de los hijos son aquellos que por naturaleza deben ser cumplidos por los padres, como lo es el ser alimentados e instruidos, en otras palabras, es obligación de los padres para proveerles alimento y educación:

“…porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo…” 1 Timoteo 5:8 (RV60)

Todos los padres tienen el deber de brindar la correcta alimentación y de cubrir todas las necesidades físicas (salud, vestimenta y alimentación) de sus hijos.

Educación es otro derecho que tienen los hijos y que es deber de los padres proporcionarla, pero no hablamos únicamente de la escolar, sino que incluye también aquella que es transmitida por los padres a sus hijos, en cuanto a valores y principios morales, pero sobre todo en el aspecto espiritual.

La educación espiritual hacia los hijos es indispensable, pues la conciencia sembrada en ellos de que Dios existe, les exige un comportamiento, así como un patrón de conducta temerosa y respetuosa para con Dios, sus padres y sus prójimos.

“…Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él…” (Proverbios 22:6 RV60)

También están los deberes:

“…Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra…” (Efesios 6:1-3 RV60)

Honrar va más allá de la obediencia, la honra implica el dejar en alto el nombre de nuestros padres con nuestro comportamiento y acciones, estén o no ellos presentes, por lo tanto, cuando la Biblia habla de la honra a los padres se refiere a que el comportamiento de los hijos sea testimonio de la presencia de Dios en sus vidas.

Ya hemos hablado antes de la obediencia y de cómo esta trae recompensa de parte de Dios, pues ÉL se agrada en ella y bendice a quienes la ejercen; de igual forma sucede con la honra, pues su recompensa promete larga y prospera vida a aquellos quienes la ejercen con sus padres. Este versículo refleja ese equilibrio en el hogar que debe existir entre los padres y los hijos, entre la obediencia y el trato a los hijos.

Los Padres tienen derecho de demandar de parte de sus hijos los deberes que a estos les corresponden, es decir, los padres tienen el derecho de exigir a sus hijos que sean responsables en sus estudios, en su comportamiento, exigir respeto para con ellos y sus semejantes, de que las normas de comportamiento que se han establecido en el hogar se cumplan y que los deberes asignados en las tareas del hogar para los hijos sean llevadas a cabo. Todo hogar debe tener normas establecidas claramente por los padres y estas deben cumplirse por los hijos, es deber y derecho de los padres exigir el respeto de las mismas y es el deber de los hijos el obedecerlas.

Ya seamos hijos o padres, debemos estar consientes de que es indispensable un equilibrio entre los deberes y derechos que a cada uno corresponde; las normas del hogar bien establecidas son de gran importancia para que un hogar sea funcional.

Enseñemos a nuestros hijos en la Palabra de Dios y hagamos que ellos aprendan la importancia de la obediencia hacia Dios nuestros Señor, los padres y hacia sus semejantes, sin exasperarlos, pero si disciplinándolos con base en la Palabra.

Un hogar que tenga como fundamento a nuestro Señor Jesucristo, aunado al conocimiento de la Palabra de Dios, sin duda alguna será bendecido en paz, armonía y prosperidad, porque es lo único que nuestro amado Dios quiere para con sus hijos.

¡Hagamos familias de Dios!

Dios les bendiga grandemente.

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