Lucas 6:29 (NTV)
“Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa.”
Este versículo es uno de lo que en ocasiones pasamos por alto, sabemos que esta ahí en la Palabra pero muchas veces ni lo leemos. Que difícil es poner la otra mejilla a aquel que nos ha lastimado, pero a ello nos llama el Señor, a pasar por alto la ofensa.
Como seres humanos y viscerales nos cuesta mucho perdonar. ¿Cómo olvidar y hacer aun lado el dolor?
Solo teniendo un corazón como el de Jesucristo es que podemos hacer a un lado la ofensa. Pero ¿Quién tiene un corazón como el de Jesús?
“No hay una sola persona en la tierra que siempre sea buena y nunca peque. No escuches conversaciones ajenas a escondidas: podrías escuchar que tu siervo te maldice. Pues sabes bien de las veces que tú mismo maldijiste a otros.” (Eclesiastés 7:20-22 NTV)
Nadie tiene un corazón como el de Jesucristo porque en su corazón solo hay amor, solo Jesucristo es justo y Santo.
“»Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.” (Mateo 6:14-15 NTV)
Como vemos, el perdonar no es una opción que Dios nos da, sino que nos está condicionando y nos esta diciendo la consecuencia de perdonar o no.
El perdón es una decisión, se dice que el resentimiento es como tomar veneno y esperar a que la persona que ofendió muera, pero solo nos hacemos daño a nosotros mismos.
En Mateo 18:21-35 vemos la parábola del deudor que no perdona, nosotros decidimos quién queremos ser, el primer hombre que perdono la deuda, o bien, el segundo a quien se le perdonó y posteriormente él NO perdona a otro y, en consecuencia, recibió su castigo.
Perdonar no significa que tenemos que estar ahí con las personas que nos lastiman, perdonar significa ser libres de toda atadura y amargura, perdonar es guardar nuestro corazón.
“Y se burlaban: «No es más que el hijo del carpintero, y conocemos a María, su madre, y a sus hermanos: Santiago, José, Simón y Judas. Todas sus hermanas viven aquí mismo entre nosotros. ¿Dónde aprendió todas esas cosas?». Se sentían profundamente ofendidos y se negaron a creer en él. Entonces Jesús les dijo: «Un profeta recibe honra en todas partes menos en su propio pueblo y entre su propia familia». Por lo tanto, hizo solamente unos pocos milagros allí debido a la incredulidad de ellos.” (Mateo 13:55-58 NTV)
Se burlaron de Jesús, se negaron a creer en ÉL; me imagino lo que sintió al ser menospreciado en su tierra, por su propia familia; sin embargo, no guardó la ofensa, solo se alejó. ¿Los dejó de amar? ¡Por supuesto que no! Jesús siguió hacia delante.
El no perdonar te frena, no te deja avanzar hacia la meta que es nuestro Señor Jesucristo.
Tenemos al hermoso Espíritu Santo que nos consuela y nos lleva a estar en paz, nos enseña a no abrazar la ofensa para ser libres. El Espíritu Santo es como ese teflón para nuestro corazón y hace que la ofensa no penetre y no nos contamine.
“Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida. Mira hacia adelante y fija los ojos en lo que está frente a ti. Traza un sendero recto para tus pies; permanece en el camino seguro. No te desvíes, evita que tus pies sigan el mal.” (Proverbios 4:23, 25-27 NTV)
Dios les bendiga
Erika.
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