Gálatas 6:7-8 (RV60)
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.”
Estos dos pequeños versículos en si responden todas las preguntas de lo hoy en día vemos en las noticias respecto de la violencia e inseguridad que hay en el mundo, y todo se resume a lo siguiente: El mundo esta cosechando lo que ha sembrado.
La sensibilidad del mundo esta siendo quitada de muchas maneras. Las películas del cine glorifican asesinatos, sexo, violencia, adulterio y muchas otras cosas más que atentan contra los valores morales, ya no digamos espirituales.
Es más, ya no se puede ni siquiera ver un simple programa de televisión sin ver todas estas cosas a las que nos referimos en el párrafo anterior.
Lo que está pasando es que todas estas cosas combinadas entre sí y vistas de manera cotidiana, nos conducen a ser menos sensibles a situaciones similares que ocurren en nuestra realidad. Satanás ha sembrado el infierno y ahora el mundo lo está segando. Es lo mismo que Jesús nos dice en:
“pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.” (Mateo 13:25 RV60)
Lo que sucede en gran parte es que la mayoría de los cristianos nos hemos quedado dormidos. Estamos contentos con el saber de que somos salvos y nos encontramos haciendo muy poco para el crecimiento del reino de Dios, no estamos sembrando la semilla.
“¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.” (Marcos 4:30-32 RV60)
La semilla de mostaza es quizás la semilla mas pequeña en el mundo. Jesús usa esta comparación aquí para ilustrar que el Reino de Dios puede tener un inicio muy pequeño, pero crecerá inmensamente. Algo tan simple como una palabra durante una conversación puede tener un gran impacto en la persona que tenemos enfrente.
Una palabra como “hermano o hermana” puede que lleve a la persona a preguntarnos el por qué le llamamos de esa forma.
La respuesta es fácil, fue así porque todos somos hermanos en Cristo Jesús. Una simple despedida como “el Señor te bendiga” puede ser que lleve a la persona a decir que él no tiene perdón de Dios. La respuesta es fácil otra vez, ÉL nos perdona todo.
Son cosas pequeñas como estas, cosas que consideramos insignificantes, las que Dios usa para Glorificarse. Seguramente podemos seguir citando ejemplos de cosas que aparentan ser pequeñas, pero la realidad del caso es que no existe nada pequeño en el Reino de Dios. Y es nuestra responsabilidad de seguir sembrando su Palabra.
Pensemos en la primera vez que alguien nos hablo acerca del Reino de Dios. Estoy casi seguro que no fueron palabras de condenación, que no les dijeron que irían al infierno. Estoy casi seguro que fue algo tan simple como “Jesús te ama” o algo semejante. Pero lo que si puedo decir con certeza es que fuimos como una semilla de mostaza, la cual, al día de hoy, ha crecido significativamente para llevarnos a donde estamos ahora.
La semilla ha echado raíz, la Palabra de Dios a crecido en nuestros corazones, y no hay nada ni nadie que nos la pueda quitar. Pero insisto, nuestra responsabilidad es de sembrar.
La palabra nos dice:
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.” (2 Corintios 9:6 RV60)
Nos dice que sembremos con abundancia. No importa lo que pensemos de nosotros mismos, no importa que no podamos recitar las escrituras elocuentemente, lo que importa es que estemos sembrando. Lo que importa es que estemos cumpliendo con el propósito que Dios nos ha dado aquí en la tierra. Lo que importa es que estemos obrando para el crecimiento de Su Reino.
Como cristianos debemos saber que segaremos lo que sembramos (Gálatas 6:7). Tenemos que saber que nuestro testimonio –la manera que nos comportamos– son una parte integral de la acción de sembrar en el Reino de Dios. Si sembramos odio, celos, rebelión y desobediencia, entonces eso mismo recibiremos. Pero cuando sembramos amor, paciencia, bendiciones y obediencia, entonces eso mismo recibiremos y de manera abundante.
Dios nos da la oportunidad de sembrar, es hora de que empecemos. La razón por la cual el mundo está como está es porque existe un pequeño numero de sembradores. La violencia y las drogas corren sin ser detenidas y sin control en nuestra sociedad porque la Palabra de Dios no está siendo sembrada con la fuerza y frecuencia que Dios quiere. No podemos cansarnos de hacer la obra de Dios (Gálatas 6:9).
Dios nos da la oportunidad y las fuerzas para llevarlo acabo. Puede ser que pensemos que lo que tenemos que ofrecer es poco o nada, pero entonces ¿Qué pasó con el grano de mostaza? No existe razón para no sembrar. La temporada de la siembra esta aquí, y la temporada de la siega pronto llegara (Apocalipsis 14:15-16).
Estamos viviendo tiempos difíciles y violentos. Estamos viviendo en un mundo donde las personas se matan por un lugar de estacionamiento de automóvil. Estamos viviendo en un mundo que desesperadamente necesita saber que hay una solución, que existe una esperanza, que existe una paz.
Las personas en el mundo están buscando las respuestas, pero están recibiendo las respuestas incorrectas. La Palabra de Dios no se está sembrando. Hagamos hoy un compromiso con el Señor, no seamos como el varón en Mateo 25:14-30, quien habiendo recibido un talento lo escondió y no hizo nada con él. Nosotros no sabemos la fecha ni la hora del regreso de nuestro Señor, pero tenemos que estar preparados.
Tenemos que estar preparados a contestar cuando se nos pregunte ¿Qué hiciste con el talento que te entregué?
Tenemos que sembrar la Palabra de Dios para el crecimiento de Su reino aquí en la tierra, pues tengan la certeza que la recompensa será inmensa y eterna, como nuestro hermoso y poderoso Dios, un Dios fiel para con sus hijos, un Dios fiel para quien le sirve con el amor y pasión con que se entregó su Hijo amado Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados.
Dios les bendiga grandemente.
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