Filipenses 3:12
“No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús.”
La Palabra del día de hoy es muy clara y sencilla: recordar que todos los seres humanos somos imperfectos y que por más que haya algunos que nos autoproclamemos cristianos, discípulos de Jesús, ungidos, etc., todos seguiremos siendo falibles. Por tanto, nuestra mirada debe estar fija en Dios, no en los hombres.
¿Cuántas veces hemos escuchado decir?: “Ya te diste cuenta de lo que él(ella) esta haciendo, no que muy cristiano(a)”.
Si bien es cierto que no es correcto dar un mal testimonio, no habrá jamás sobre la tierra un solo hombre o mujer o una empresa o una iglesia en la que todos sus miembros hagan siempre todo bien.
Todos debemos entender que la vida en Cristo es un proceso que lleva toda nuestra existencia. Siempre vamos a estar aprendiendo y necesitando ser enseñados. Por tanto, recordemos que no hay cristiano sin mancha porque el único que no posee defecto alguno es Cristo.
Para muestra un botón: David, Abraham y Pedro, hombres de Dios con “buena fama” pero también con algunos errores que cometieron y que hoy serían motivo incluso de ir a prisión. No obstante, Dios los aceptó como ellos eran; se arrepintieron de sus pecados, ÉL los perdonó, persistieron en su obediencia a Dios y cumplieron el propósito que ÉL tenía para sus vidas.
Igual gozamos de ese perdón de Dios el día de hoy, cuando media un arrepentimiento genuino delante de ÉL, a fin de cumplir el propósito que Dios tiene para nosotros.
I. DAVID.
El rey David fue un hombre a quien Dios mismo consideró conforme a Su corazón. No obstante cometió errores como todo ser humano.
David cometió adulterio. (2 Samuel 11:1-5): Hoy en día escuchar que algún cristiano caiga en adulterio es casi una sentencia fatal en muchos lugares. Es algo inaceptable y que se puede utilizar para desprestigiar no solo a él/ella mismo(a) sino también a la congregación a donde pertenece. Pues bien, el rey David, ese hombre conforme al corazón de Dios, cometió ese pecado. Pero lo que hay que destacar fue lo que sucedió después, porque él se arrepintió con todo su corazón y dio frutos de ese arrepentimiento. Por tanto recibió el perdón de Dios.
David fue autor intelectual de un homicidio. (2 Samuel 11:14-15): Aparte de haber cometido adulterio, el rey David planeó el asesinato del esposo de la mujer con quien adulteró. En las legislaciones de algunos países hoy en día, el proceder de David es conocido como ‘autoría intelectual de homicidio’, y acarrea varios años de prisión. Pero de nuevo, lo que debemos aprender no es tanto el error en sí, sino la actitud frente a él: el arrepentimiento genuino.
Como se ha mencionado en los dos puntos previos, David se arrepintió de sus pecados, siempre lo hizo. Si leemos el Salmo 51 nos daremos cuenta como refleja las emociones y el estado interno de David, es el clamor de un hombre afligido y dolido por su propio pecado. Debemos aprender a ser sensibles cuando erramos, para arrepentirnos siempre y no entristecer a Dios.
II. ABRAHAM.
Abraham es conocido como todo un hombre de fe. Su fe tenía la particularidad de que estaba basada en una relación literalmente personal con Dios, ya que no había una sola página de la biblia para ese entonces. No obstante, y aún después de hablar con Dios, cometió errores.
El temor de Abraham lo llevó a mentir. (Génesis 12:10-20; 20:1-10): En dos ocasiones Abraham no solo engañó, sino que obligó a su esposa a mentir. Él tuvo temor de ser asesinado porque consideraba que su mujer era tan hermosa que podían quitarle la vida para llevársela, por lo que acordó con ella decir que eran hermanos.
¿Le faltó confianza en Dios al padre de la fe?
III. PEDRO.
Pedro tuvo un privilegio que solo 12 personas tuvieron: anduvo con Jesús durante varios años. Caminaban juntos, cenaban juntos, se hospedaban en el mismo lugar, era espectador de los milagros de Cristo, lo vio crucificado, resucitado y luego ascender al cielo. Después de todo esto ¿Pedro tenía que ser un santo y perfecto hombre? ¡Claro que no! Antes, durante y después de estar con Cristo, siguió siendo un hombre sujeto a defectos que tuvo que corregir.
Pedro negó a Jesús tres veces. (Mateo 26:69-75): La primera prueba de fuego lejos de Jesús tuvo como resultado la negación. Muchos ya saben la historia: Pedro no solo negó haber caminado con Jesús sino también promulgó insultos y maldiciones delante de quienes lo confrontaron.
Pedro estuvo a punto de cometer homicidio. (Juan 18:10-11): Cuando fueron a capturar al Señor Jesús, Pedro, sabiendo que eso hacía parte del propósito de la vida del Maestro aquí en la tierra, igual tomó su arma e intentó asesinar a uno de los guardias que iban a capturar a Jesucristo. El pasaje relata que solo le cortó la oreja, pero no dudo que Pedro hubiese querido cortar solo eso.
Con lo anterior podemos entender que todos los seres humanos somos falibles, imperfectos y dignos de misericordia. David, Abraham y Pedro eran personas como nosotros, y si aun teniendo una relación extraordinariamente cercana con Dios cometían errores garrafales, pues qué podemos esperar de nosotros. Por supuesto que podemos ser susceptibles a fallar.
Cuando cometamos algún error, arrepintámonos. Si un familiar o amigo o conocido falla, ayudémosles a levantarse. Si usted aún no ha decidido seguir a Cristo y ve fallar a los que sí tratan de seguirlo, no los juzgue, porque desafortunadamente a todos nos llega nuestro tiempo.
Las iglesias están llenas de seres humanos defectuosos, enfermos, adictos, perdidos, etc. La diferencia con quienes no acuden a ellas, es que los primeros están buscando al mejor médico, reparador y libertador de todos: Jesucristo nuestro Señor.
Dios les bendiga grandemente.
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